Identidad de los niños: Un proceso legislativo irresponsable
Álvaro Ferrer del Valle | Sección: Familia, Política, Sociedad
El miércoles pasado, la Comisión de Familia y Adulto Mayor, donde se discute el proyecto de ley que establece el sistema de garantías de derechos de la niñez, aprobó una indicación del Ejecutivo según la cual la “identidad de género” formaría parte del derecho a la identidad de los niños. Tuve la oportunidad de exponer mi postura contraria. No pretendo desarrollar aquí esos argumentos. Quiero hacer notar algo diferente, porque considero necesario que la ciudadanía se entere del modo en que se está legislando.
En primer lugar, llama poderosamente la atención que en sólo dos sesiones esta Comisión haya logrado resolver una cuestión tan compleja, sobre la cual existe profunda controversia jurídica, científica y antropológica. La Comisión de Derechos Humanos del Senado, donde se tramita el proyecto de ley de identidad de género, ha discutido el punto por más de 3 años, sin resolverlo. Tal vez los diputados alcanzaron certeza sobre el asunto en sólo 2 sesiones. Es decir, lograron lo que los expertos que han dedicado toda su vida profesional a tratar niños con trastornos de identidad sexual aún no consiguen. Así, en 3 semanas obtuvieron más y mejor conocimiento que los miembros de la Sociedad Chilena de Endocrinología y la Sociedad Chilena de Pediatría; más que el Colegio Americano de Pediatras, entre muchos otros. Curioso.
Con todo, lo más notable es lo siguiente: en la discusión surgieron dudas sobre los efectos adversos que pueden tener en los niños los cambios de nombre y sexo registral, así como las terapias hormonales y eventuales cirugías de reasignación de sexo, y ello porque el proyecto de identidad de género que se tramita en el Senado, en su estado actual, no es claro sobre tales cuestiones. Pues bien, el Ejecutivo actuó rápido para lograr los votos necesarios: el ministro Barraza ofreció a los diputados dudosos un “acuerdo” que, eventualmente, se traducirá en una indicación al proyecto de identidad de género, y que abordaría los puntos objeto de duda. El plato quedó servido y los comensales aceptaron la invitación. La identidad de género en los niños –¡que en su misma definición depende de otro proyecto de ley de resultado incierto!– fue aprobada por 7 votos contra 6.
Esto muestra que los Diputados Arriagada, Cicardini, Espinoza, Farías, Ojeda, Pascal, Rubilar y Shilling aceptaron los graves riesgos para la salud de los niños, amparados en un “acuerdo”, que no depende del ministro Barraza (porque no es él quien lidera la tramitación del proyecto de identidad de género en el Senado), respecto al cual no existe unanimidad en los Senadores que integran la Comisión de Derechos Humanos (2 ya manifestaron su rechazo a la propuesta), sin siquiera revisar el texto de la supuesta indicación que el Ejecutivo dice que presentará (porque el texto no existe, es todo verbal), sin tener certeza de que dicha indicación será aprobada, en un proyecto de ley que recién está en su primer trámite constitucional (y puede ser totalmente modificado), en el cual ellos no tienen injerencia alguna.
En simple, firmaron un cheque en blanco, contra fondos que no les pertenecen, porque no son ellos los dueños del bienestar de los niños. Debiendo protegerlos, optando por la opción más segura dadas las circunstancias, –como haría cualquier adulto responsable– actuaron en cambio –usando sus términos– como niños, niñas y adolescentes (seamos rigurosos, hubo también adolescentas…). Para ellos fue más importante salir a jugar el juego del Gobierno. Semejante precipitación, negligencia e irresponsabilidad merece ser conocida y repudiada.
Por último, felicito y agradezco a los Diputados Monkeberg, Nogueira, Sabag, Sabat, Sandoval y Turres; más allá de cualquier diferencia sobre el fondo del asunto, dieron muestra de buen criterio, sensatez, cordura y, sobre todo, auténtica preocupación por el bien de nuestros hijos.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Demócrata.




