Ximena y Rodrigo, una relación difícil

Cristóbal Ruiz-Tagle C. | Sección: Política

#10-foto-1Cada día puede ser peor”, así se hacen realidad los dichos de nuestra Presidenta. Hace unos días se conoció una preocupante cifra que ha marcado la pauta durante toda la semana. El desempleo en el Gran Santiago, según muestra la prestigiosa encuesta del Centro de Microdatos de la Universidad de Chile –que de hecho, es la encuesta más longeva en esta materia, realizándose sistemáticamente desde 1956– mostró un aumento en el desempleo no visto desde la crisis de 2009.

Difícilmente podría haber habido un día mejor para dar a conocer estos datos. Ese mismo lunes se daba inicio al proceso que pretendía aclarar el requerimiento de constitucionalidad presentado por la oposición ante el Tribunal Constitucional. Misma reforma que ha sido transversalmente criticada por sus posibles nocivos efectos entre los que se encontraría una pérdida de entre 100.000 y 150.000 puestos de trabajos y un costo social que es equivalente al 20% de lo recaudado por la reforma tributaria.

Ante esto, las respuestas de preocupación no se hicieron esperar. Por un lado, un preocupado Ministro de Hacienda que abogaba por poner el foco en el crecimiento nuevamente. Una línea de acción clara y que cansinamente viene repitiendo desde que asumió sin encontrar eco en la Nueva Mayoría. Por el otro, apareció la Ministra del Trabajo –principal responsable de velar por las condiciones laborales de los chilenos– con un discurso poco decidido, lleno de lugares comunes y con el atrevimiento de acusar un posible impacto a la responsable reducción de gasto fiscal que se emprendió hace unos meses desde el equipo de Hacienda. Algo que fue rápidamente desmentido por el mismísimo ministerio de Hacienda basado en lo pequeño que fue la reducción (solo un 1%) y que el trabajo de campo de la encuesta fue realizado antes de que el recorte fiscal se hubiera materializado.

Esto no sería más que una anécdota, pero estas declaraciones van en la misma línea que lo dicho por la ministra Rincón hace 6 meses. Acusaba de agoreros y pesimistas a quienes, con buenos argumentos –el tiempo les dio la razón– mostraban preocupación por el debilitamiento laboral que se observaba, hoy rehusaba asumir un cambio de timón y dar un cauce a esta compleja situación. ¿Es esa la actitud que esperamos de la máxima autoridad laboral del país?

La relación entre estos dos ministros no ha sido nada de fácil, eso lo podemos constatar en lo que ha sido la tramitación de la Reforma Laboral. Sin embargo, ante esta compleja situación ya es hora de que veamos mayor unidad. Un salto en el desempleo como el visto no es algo que podamos achacárselo al escenario externo. Ya es hora de asumir un mea culpa y enmendar el rumbo. En eso, Ximena Rincón y su porfía por perseverar en una reforma laboral que rehúsa a hacerse cargo de los verdaderos problemas del mundo del trabajo; como la baja participación de los jóvenes, las desigualdades con las mujeres, la baja productividad, la escasez de capacitación, la conciliación entre trabajo y familia, sin dudas es una actitud que debe llegar a término.

Poner el foco en la creación de empleos de calidad debería ser una prioridad que responda eficazmente a la situación de precariedad que se ha ido generando durante la gestión de este gobierno. La OCDE recomienda firmemente la creación de empleos de calidad para la reducción de la pobreza y la desigualdad. De hecho, podemos constatar que el dinamismo en el mundo del trabajo observado entre 2010 y 2013 tuvo efectos positivos tanto para disminuir la pobreza y la desigualdad, como consigna la última encuesta CASEN. Los chilenos ya están cansados de los lugares comunes y de los anuncios grandilocuentes – como el del año de la productividad–, y en eso, el mejor termómetro es la baja evaluación que tiene la Presidente y su gabinete. En cambio, lo que el ciudadano está esperando es capacidad de dirección, una adecuación a las condiciones actuales y al mismo tiempo, un cauce político que permita avanzar en las reformas que permitan mejorar sus condiciones de vida. Y esto, sin duda, tiene el costo de ponerse de acuerdo sobre lo importante.

Aunque la solución parece claramente al enunciarlo, esta propuesta está lejos de ejecutarse con tranquilidad, ya que esta difícil relación entre ambos ministros no es más que la proyección de una fractura interna que divide al gobierno y a la Nueva Mayoría en torno a sus prioridades en este segundo tiempo. Mientras la condiciones externas se van imponiendo, complicando y tensionando cada vez más, aún no vemos un liderazgo que permita dar salida a esta crisis de prioridades que se observa, de manera enérgica y logrando las mejores bajas posibles. Y mientras eso no pase, lo más probable es que nos acostumbremos a navegar entre las infructuosas tensiones que derivan en propuestas donde se miden los pesos internos, y finalmente, el chileno promedio es el que paga.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por Chile B, www.chileb.cl.