Salirse ya
Axel Buchheister | Sección: Historia, Política
Colombia se retiró de un nuevo litigio que le armó Nicaragua en la Corte Internacional de Justicia, luego que ésta no acogiere la alegación de incompetencia que formuló. Y la razón es simple: sabe que no tiene ninguna posibilidad que se dicte fallo a su favor.
Lo sabe, porque teniendo un tratado (Esguerra-Bárcenas, 1928 y 1930) que delimita la frontera en el mar entre los dos países, la Corte de La Haya dictó una sentencia desconociéndolo en los hechos, pues si bien reconoció a Colombia la soberanía de las islas existentes en la zona, entregó parte del mar circundante a Nicaragua. Un absurdo, porque los derechos sobre el mar no devienen “del aire”, sino como una proyección del territorio terrestre que se posee, que son tales islas. Colombia cayó en cuenta que la Corte no es un tribunal de derecho –no respetó el tratado–, sino que es un “tribunal pascuero” que reparte según su parecer y con prescindencia de las normas internacionales, y ejerció su derecho de retirarse de su jurisdicción, acción que surte efecto después de un año que se materializa.
Nicaragua antes de cumplirse el año, reclamó ante La Haya una plataforma continental extendida más allá de las 200 millas. Colombia pidió la incompetencia, porque lo que corresponde como plataforma deriva del fallo anterior, o sea, que hay cosa juzgada, lo que no fue acogido por la Corte. Obvio, porque le resta a ella “poder de distribución”. Entonces, resolvió retirarse del litigio, porque es evidente que va a perder, ya que si no se fuera a entregar algo más a Nicaragua, para qué seguir con el litigio.
Y Chile es la víctima que sigue. Tenemos con Perú un tratado que delimita con claridad la frontera marítima entre ambos países, pero nuestro vecino del norte demandó una reformulación de la misma. Digo con claridad, porque la Corte de La Haya nos dio la razón, pero el mar se lo dio al Perú. Para esto reconoció que los documentos que invocamos constituían un tratado y que establecían una delimitación marítima, pero donde dice una extensión de 200 millas, leyó 80 millas. Así, regaló una enorme extensión de mar, no con base en los instrumentos jurídicos, sino que en su propio criterio.
Viendo eso, Bolivia nos demandó, a pesar de existir un tratado claro y preciso de delimitación de fronteras, arguyendo que Chile se obligó a darle una salida al mar como consecuencia de conversaciones en el pasado, lo que implica desconocer la vigencia del tratado. Se interpuso la correspondiente excepción de incompetencia y la Corte la rechazó. Vamos a perder el juicio, porque más que algo le dará la Corte a Bolivia, no obstante carecer de derecho y tener Chile la razón.
Nuestro país debe retirarse ya del Pacto de Bogotá que nos somete a la jurisdicción de la Corte de La Haya –como hizo Colombia–, porque si lo hace una vez que se acoja la pretensión de Bolivia obligándonos negociar, antes que se cumpla el año del fallo el vecino altiplánico interpondrá una nueva demanda alegando incumplimiento y pidiendo más. Argumentar que eso podría molestar a la Corte y jugar en contra nuestra, no tiene sentido: ¿alguien cree a esta altura que nos darán la razón?
Nota: Este artículo fue publicado originalmente por La Tercera.




