A raíz de la falta absoluta de claridad sobre cuál será la institucionalidad universitaria para el año próximo (y faltan menos de dos semanas para su comienzo) se habla de incertidumbre para las instituciones y de incertidumbre para los alumnos, en especial para los postulantes a primer año.

Agreguemos la más olvidada pero decisiva de las incertidumbres: la de nosotros, los profesores universitarios.

Somos gentes de costumbres, modificamos nuestros hábitos con cuidada lentitud, necesitamos tiempos largos para gestar cambios: es nuestro talante y cualquiera que nos quiera apurar no va a modificar para bien nuestro modo de ser.

Pero la falta de claridad en la institucionalidad universitaria nos coloca en graves incertidumbres, de ésas que ni nos gustan ni convienen para nada a la consecución de buenos resultados en nuestro trabajo.

¿Podremos contar con un clima pacífico en las universidades o la triestamentalidad nos llevará de nuevo a un continuo alboroto, con multiplicación de tomas y paros?

¿Seremos respaldados en nuestras decisiones académicas y de autoridad con nuestros alumnos o las nuevas generaciones, moldeadas por la gratuidad y la igualdad, nos exigirán que nos sometamos a sus requerimientos siempre empobrecedores de la exigencia intelectual?

¿Conservaremos el derecho para explicar nuestras materias en consonancia con el ideario de nuestras instituciones o seremos sometidos al rasero de esa mediocridad que llaman progresista y que es sólo izquierdista?

¿Podremos mantener en nuestras clases un ámbito de libre intimidad o estaremos expuestos a grabaciones y denuncias dirigidas a eliminar los puntos de vista que los alumnos más radicales consideran inaceptables?

¿Se nos protegerá de las agresiones verbales, de la individualizada siembra del odio, que alumnos universitarios hacen a través de sus cuentas en diversas redes, hasta ahora con total impunidad?

Por ahora, eso.

Y, por qué no, agreguemos: ¿y podremos levantar nuestra voz para defendernos de las agresiones que suframos en los temas anteriores o habrá autoridades que considerarán más valiosa su negociación con ciertos alumnos que el respaldo a sus profesores?