Diciembre
Rodrigo Pablo P. | Sección: Sociedad
Hemos llegado a diciembre y con él al verano y a las fiestas de fin de año. Es muy corto el camino cuando uno mira atrás y, sin embargo, el mundo cambió por completo y a su vez no cambió nada. Hay quienes nos dejaron y quienes llegaron: amores, amigos, parientes y, por su puesto, también enemigos. Hay nuevas experiencias, éxitos, derrotas, nuevos caminos, etcétera. A su vez, para otros y para todos, todo sigue igual, seguimos en el ciclo de los seres vivos, que han nacido y que cada minuto están indefectiblemente más cerca de la muerte.
Es diciembre un mes privilegiado, que producto de su rutina, que es casi igual de un año a otro, nos permite compararnos en el tiempo, y si, entre cierres de balances, fiestas de fin de año, compras y vencimientos de plazo, nos hacemos el tiempo, puede ser una gran oportunidad para mirar nuestras vidas y pensar en los tres “dónde”: ¿de dónde venimos? ¿dónde estamos? ¿a dónde vamos? Preguntas que, generalmente, por lo inmensas nos llenan de temor y dolor, al enrostrarnos que somos unos seres insignificantes en la completitud del cosmos y que, sin embargo, somos capaces de sufrir y hacernos mucho daño por pequeñeces.
En diciembre tienen expresión todos los sentimientos y facetas humanas: la religión está presente entre el Mes de María, el Adviento y la Navidad; el jolgorio nos embarga como sociedad en la Navidad y Año Nuevo; como contraparte la tristeza es especialmente dura con aquellos que están solos o son pobres, no pudiendo ser parte de estas fiestas que se asocian o a la compañía de los otros o a la entrega de presentes; la solidaridad aparece a raudales en la Navidad; la secularización se muestra en todo su esplendor al mostrar como ella redujo todas estas fiestas, en su origen religiosas, a oportunidades de consumo, habiendo hecho lo mismo con toda clase de paseos y actividades de fin de año.
De las cosas que más me gustaría destacar de este hermoso mes, es su terminar: los fuegos artificiales que revientan en el cielo, despidiendo al viejo año y dando la bienvenida al nuevo. Ellos son un verdadero test psicológico, en el que cada uno ve lo que llena su interior: hay quienes ven con esperanza el porvenir; otros se regocijarán en ver el triunfo pasado; otros solo pensarán en el volver al mundo real del trabajo duro, la rutina y el aburrimiento el dos de enero; otros en su lejanía verán el abandono de la sociedad, se desesperanzarán viendo ahí el amor inalcanzable, y no faltará quien vea en ellos el resumen de la vida del hombre y la mujer: un destello en el infinito firmamento.
Destello ese que es único e irrepetible, y ahí nos damos cuenta de que aunque duramos un segundo, ese inmenso firmamento no sería el mismo sin nosotros o sin ellos.
Ojalá que este año podamos aprovechar esas limitadas oportunidades que son el 25 de diciembre y el 1 de enero para pensar, mirarnos y agregar un cuarto “dónde”: ¿a dónde queremos ir?
En memoria de María de los Ángeles Lecaros Vergara (9 de mayo de 1936 a 19 de diciembre de 2014).




