Rajevic y Montt
Gonzalo Rojas Sánchez | Sección: Historia, Política, Sociedad
Don Manuel Montt fue Presidente de la República, Presidente de la Corte Suprema y Presidente de la Cámara de Diputados. Además fue ministro, senador, Rector del Instituto Nacional y agente diplomático chileno. Se movió, por lo tanto, en los campos de la política, la judicatura, la diplomacia y la educación. Nunca nadie le objetó esa amplitud de intereses, porque prestó siempre su servicio desde una enorme categoría humana y libre de ataduras partidistas.
Sólo en la etapa final de su vida, cuando presidía la Corte Suprema, sus enemigos personales quisieron eliminarlo de la vida pública, acusando constitucionalmente a la Corte Suprema que él presidía por notable abandono de sus deberes. Montt y los otros ministros de la Corte fueron absueltos por el Senado.
Entre otras cosas, había sido la animadversión personal -fuente eterna de conflictos en la vida- la que había llevado a algunos a desarrollar ese injusto ataque. No fue la ideología de Montt, porque no la tenía, un motivo para considerar inaceptable que desde la política volviese a la Judicatura, ámbito en el que ya había estado.
Enrique Rajevic ha ocupado diversos cargos menores en las administraciones de la Concertación antigua y de la nueva. Es una persona recta, agradable, trabajadora, aunque no haya manejado bien el tema de su beca. Su problema ha sido otro, y por eso su nombramiento como Contralor ha suscitado el rechazo de la oposición: su ideología.
Desde que la vida pública chilena se hizo ideológica, en el primer tercio del siglo XX, las enemistades personales han quedado algo de lado, pero se ha hecho mucho más evidente que unos y otros no van a tolerar que en cargos no políticos sean designadas personas con abierta militancia partidaria, cuando en esos cargos la cuestión jurídico-política va a ser decisiva.
¿Ignoran los senadores que para ingresar a la administración pública o a la propia Contraloría a veces hacen falta credenciales partidistas aunque las materias en las que se vaya a trabajar sean esencialmente técnicas? ¿No podrían dar ellos decenas de ejemplos de personas bien calificadas que han sido interrogadas en materias nada técnicas en las entrevistas laborales, para ser rechazadas sus postulaciones no en virtud de incapacidad sino por falta de militancia u opiniones incompatibles con las de izquierda?
En ese sentido, al gobierno se le ha recordado que lo tantas veces padecido por otros era señal suficiente para temer no por la designación de una buena persona, sino por la de un militante de un partido político en un cargo muy profesional.
De Montt a Rajevic hay mucho trecho.




