El cuento del relato

Jorge Peña Vial | Sección: Política, Sociedad

Empieza a ser un tópico entre intelectuales de derecha plantear la carencia de ideas movilizadoras de ese sector político, la carencia de un relato capaz de movilizar y entusiasmar, quedándose en la mera gestión eficaz de los asuntos públicos. La derecha carece de una épica semejante a la que tiene la izquierda.

Las razones que se aluden para esta falta de relato y de una narrativa motivadora son variadas: un estrecho pragmatismo –frecuentemente acusado de intencionalidad egoísta y calculadora– únicamente atento a beneficios tangibles, un tosco “cosismo” ayuno del encanto de las ideas.

Hace poco se entrevistaba a uno de los principales y más promisorios políticos de derecha. Con toda tranquilidad se pronunciaba a favor del acuerdo de la vida en pareja, matrimonio homosexual, ley de divorcio, eutanasia, es decir, afrontaba las ideas nucleares de la sociedad tal como lo haría un liberal de izquierda. No puede comprender que hay electores con sólidos principios y con ideas irrenunciables de un verdadero relato que nunca lo van a apoyar o quizás solo a regañadientes como mal menor. Siempre dirán un no rotundo al aborto cualesquiera sean las presuntas causales, no a la eutanasia sean las que sean las circunstancias, afirmarán que el matrimonio solo es entre un hombre y una mujer, que es indisoluble, y base y cimiento de la vida social, etcétera.

No transigirán porque tienen verdaderamente un verdadero relato. Pero pretender que dejen de lado esos principios para asumir otros que son del todo líquidos y difusos es mucho pretender.

Es un tema cultural ya advertido por Lyotard: el derrumbe de los grandes relatos. Esto ha llevado tanto a que la izquierda pierda su moralismo revolucionario extremista y termine admitiendo el rol del mercado, como a que el neoliberal acepte el papel regulador del Estado. En definitiva, en términos del sociólogo Bauman, estamos frente a una política líquida. Solo queda la nostalgia de los grandes relatos movilizadores y holísticos.

En una situación como la descrita dan ganas de gritar: ¡Viva el cosismo! ¡Viva la buena gestión política! ¡Vivan los proyectos bien diseñados y ejecutados desde verdaderas políticas públicas! La política en un 80% es un asunto de gestión. Lo demás son ideas utópicas que olvidan que los ideales lo son verdaderamente cuando se encarnan en la realidad. Pero también hay que advertir que un “cosismolight, carente de principios, tampoco puede ser bienvenido. Sí un “cosismo” asociado a principios sobre el matrimonio, la familia, la vida, libertad de enseñanza, subsidiariedad y solidaridad.

 

 

Nota: Esta carta fue publicada originalmente por El Mercurio de Santiago.