Control de calidad

Enrique Subercaseaux | Sección: Política

Chile está en plena tormenta judicial, y, como está la cosa, es difícil que amaine antes #09 foto 1 autorde 1 o 2 años.

Las investigaciones por las “platas de la política” han implicado a todo el amplio espectro político; faltando investigar solamente los financiamientos que han venido del exterior, los cuales están absolutamente prohibidos.

Mientras que la derecha es culpable, “grosso modo” de emitir facturas ideológicamente falsas (concepto legal de nuevo cuño), la izquierda trata de justificar sus facturas con una montaña de informes, de muy dudosa calidad intelectual. Esto último lo sabemos porque más de algunos han publicado sus informes en la web. De una lectura atenta de los mismos salta a la vista que la calidad es paupérrima, y sonroja constatar que empresas que se consideran serias y eficientes pagaran algo por los mismos.

Más aun, el enredo de la campaña y la precampaña, una muestra más de maniqueísmo verborreico de nuestra clase política, justifica los informes diciendo que ellos sirvieron de base para un programa de gobierno. Seamos claros: “el programa de gobierno” que está haciendo agua por todos lados.

Reforma tributaria mal planteada y mal hecha; reforma educacional que ha puesto la carreta ante los bueyes y que se doblega ante cualquier grupo de presión, sin ningún atisbo de autoridad vertical, ni plan de acción coherente; reforma laboral con serios problemas de enfoque; reforma del binominal cuyos resultados están por verse; y una Asamblea Constituyente que nadie sabe para dónde irá y con qué objetivos.

Un “free for all” que ha dejado en evidencia la total ausencia de control de calidad en el planeamiento y ejecución de los proyectos: tanto desde el Ejecutivo como del Legislativo. Si revisamos las hemerotecas, todo el lamentable estado actual de cosas fue vaticinado desde un inicio por una diversidad de actores sociales, políticos y económicos.

Con una tozudez rayana en la ignorancia zafia, se persistió en un camino equivocado. Y no podía ser de otra manera porque el camino elegido se basó en un diagnostico errado de la situación nacional.

Lo mismo que los doctores, de quienes se espera un diagnóstico certero para tratar una dolencia, nuestra “doctora” pareció confundirse en esta etapa inicial, que fue el punto de partida de todos los problemas que padecemos hoy día.

No solo es la regresión a un discurso de hace 50 años, sino que a prácticas de convivencia, o más bien desorden civil, de aquellas mismas épocas lejanas. Se constata con desolación que nuestra historia a partir de los años sesenta del siglo pasado no fue ni oída, ni escuchada, ni internalizada por la clase política, que vuelve a tropezar con los mismos obstáculos que antes.

Malos alumnos que subrayan la necesidad de una reforma educacional de capitán a paje, partiendo por los estamentos políticos que presentaron un mal diagnóstico de la situación, luego diseñaron un programa de gobierno basado en “papers” de calidad académica inexistente, buscaron enemigos donde no había, crearon situaciones de la nada y justificaron de cualquier manera lo injustificable.

Y la guinda de la torta: encontraron una manera de financiarse totalmente ajena a la legislación vigente, que ha creado una situación de anormalidad jurídica muy grave, y muy única, en nuestra historia republicana.

Así las cosas, no es raro que el “Ferrari” este empantanado, y no avance ni para adelante ni para atrás.

Para estudiar de veras y aprehender de verdad se necesita modestia, disciplina y coherencia interna. Habrá, tal parece, que partir haciendo un examen a fondo de estas tres carencias esenciales en nuestra clase política.