Un presidente, no un caudillo

Gonzalo Rojas Sánchez | Sección: Política, Sociedad

#02-foto-1-autorEsa persona tiene las condiciones para presidir Chile y, quiere hacerlo”, me comentó el otro día un gran amigo después de saludar a quien se cruzaba con nosotros en un campus universitario.

Esa persona existe. Y no es la única con esas capacidades, porque viven en Chile, efectivamente, las personas que podrían ser los presidentes que necesitamos desde el 2018 en adelante.

Unos pocos candidatos potenciales están hoy en la política y no hay que descartar sus opciones. Pero otros, no, y la posibilidad de que puedan explorarse sus candidaturas está abierta, aunque por ahora en muchos casos esa opción es todavía algo plana, no ha sido trabajada.

Pienso en uno que está en la vida universitaria; sé de otra que tiene el emprendimiento por tarea; un poco más allá, fulanito que ha dedicado su vida a la gerencia, ha mostrado condiciones de sobra para esa responsabilidad.

A cada una de esas personas sus actuales tareas les parecen completamente satisfactorias, por lo que debe lograrse primero que esos sujetos –y otros más, que los hay y simplemente no los conozco– incluyan en su horizonte mental y espiritual la enorme posibilidad de presidir la República de Chile.

El proceso de preparación y selección de alguien así implica pasos muy determinados y exigentes.

Ante todo, la declaración que debe hacer el interesado a sus amigos más cercanos, manifestando, sin vanidad ni falsa humildad, que está disponible para ese desafío. Después, su voluntad de recibir los consejos y la formación que le puedan proporcionar quienes conocen las diversas coordenadas del camino que deberá emprender. A continuación, su empeño por salir a todas las fronteras de la actividad pública en las que deberá manifestar sus principios y sus propuestas concretas.

En esas condiciones, varias personas podrían irse desarrollando para convertirse en auténticos candidatos presidenciales, en tiempos en los que la tentación del caudillaje –del todo apartada de lo que hemos descrito– se asoma como una opción tan posible como lamentable.