Bolivia y Chile ante La Haya

Enrique Subercaseaux | Sección: Historia, Política

#02-foto-1-autorDivulgó el ALBA (un grupo de países de la región afines al chavismo) una declaración a favor de la demanda boliviana ante La Haya. Sonaron todas las alarmas en Chile y se han sucedido declaraciones y opiniones varias al respecto. Coincide el recordatorio bolivariano con el derribamiento del “(pen) último muro” de la guerra fría en el continente: el relanzamiento de las relaciones entre La Habana y Washington. Mucho en ello es obra del Papa Francisco, cuyo sello es la justicia social y la defensa de los pobres.

Conviene a Evo Morales el acuerdo entre la Habana y Washington, y también a quienes ya enchapan el enclaustramiento de Bolivia como una resultante del (ahora si) “último muro” del pasado neocolonialista que hay que demoler en la región.

La declaración del ALBA es la punta de un iceberg que navega en aguas más transparentes de las que las que la opinión pública conoce. El apoyo a la causa boliviana concita simpatías más allá del ALBA. Desde luego entre nuestros vecinos es claro, tanto como el que profesan también distintos actores en nuestro país, sobre todo en la izquierda chilena. ¿Qué pensará nuestro embajador en Uruguay al respecto? ¿Qué opinaban años atrás altas autoridades o asesores de nuestro Gobierno sobre el “encierro” boliviano? No han pasado seis años desde que el primer gobierno de Bachelet logró avances importantes con Bolivia respecto de la concesión de un importante terreno al norte de Pisagua, y hoy ese mismo gobierno debe frenar el entusiasmo y ponerlo en reversa.

No basta con cambiar el discurso, ni tampoco la fisonomía de los actores, casi los mismos que antes vieron con buenos ojos una salida al mar para Bolivia. Ante el derecho que nos abriga, en el plano político debemos redoblar esfuerzos para que nadie dude de lo que debe ser la convicción de Chile en este delicado tema de soberanía nacional. Nada más útil entonces que una diplomacia silenciosa y anónima, con prolijidad, patriotismo, actores formados, profesionales y conocedores del oficio.

Lo del ALBA es una luz amarilla a nuestra Cancillería. Sobre todo considerando la casualidad de los lazos familiares que unen a este bloque con buena parte de la izquierda chilena. Más aún si se tiene en cuenta el costo que durante años ha significado al erario fiscal chileno los generosos programas de cooperación y adiestramiento que realiza nuestra Cancillería en el Caribe. ¿Si ayer funcionó el silencio del ALBA, porque ahora no? Es muy preocupante que este cambio de actitud del ALBA se de en medio de una estrategia diplomática y pública que el Gobierno se ha empeñado en destacar como exitosa, pero que el país observa como imprecisa. Está visto que nuestra Cancillería no ha logrado eclipsar la tormenta de admiración y adhesión que despierta la figura de Evo Morales a nivel regional y mundial. ¿Tiene claro nuestro Canciller, que Evo es más que Evo, que es pobreza, inequidad, injusticia y migración por calles polvorientas y pueblos enterrados en la miseria?  ¿Tiene integrado este ethos que surge del altiplano nuestra diplomacia?

Bolivia  fundamenta su demanda en supuestos derechos expectaticios, resultante de la voluntad de varios Gobiernos chilenos de alcanzar un acuerdo por el tema marítimo con Bolivia. Los más importantes en los últimos sesenta años fueron los siguientes:

a)    Negociaciones durante el gobierno del Presidente González Videla, 1950.

b)   Negociaciones durante el gobierno del Presidente Pinochet: 1975 y 1987.

c)   Negociaciones durante el gobierno del Presidente Lagos: 2001-2003.

d)   Negociaciones durante el gobierno de la Presidenta Bachelet: 2006-2010.

La mala casualidad quiso que el actual gobierno tuviese que asumir una postura muy distinta a la que tuvo en las relaciones con Bolivia años atrás.  Empezando su primer mandato, Michelle Bachelet retomó la iniciativa y propuso a Bolivia un conjunto de planteamientos que dieron lugar a la propuesta de Tiviliche, es decir darle a ese país un enclave situado al norte de Pisagua y al sur de la Quebrada de Camarones, con 30 km. de costa. La ubicación no fue al azar: en ese lugar no comprometía terrenos negociados entre Chile y Perú en 1929, y en consecuencia, no se requería la aprobación de ese país en caso que más adelante se avanzara en una cesión definitiva. El arribo de Piñera no obstante quemó el pan en el horno.

Alega Bolivia que no pretende modificar ni anular el Tratado de 1904, fundándose que cualquier salida al mar sería por territorios que nunca le pertenecieron. Lo hace seguramente pensando en que durante las negociaciones entre 1975 y 1978, Chile explicitó desde el inicio que en ningún caso esa negociación significaría tocar o alterar el Tratado de 1904.
#02-foto-2Esta es la segunda vez que Chile, en pocos años, concurre a La Haya para resolver un conflicto limítrofe: antes lo hizo con Perú, donde el resultado no fue favorable a nuestra postura. Así y todo, voces en nuestro país declararon en todo momento, antes y después del fallo (incluso hay varios libros publicados) que la Corte fallaba en derecho, tesis que el fallo se encargó de desplumar.

Con las alarmas encendidas en Chile, el debate sobre qué hacer  parece inconducente, ya que estamos metidos en el proceso jurídico y resta esperar si la Corte se declara competente, cosa que ocurriría en algún momento del próximo año.

Mientras, Bolivia continúa con una exitosa campaña mediática internacional, parecen extraviados los esfuerzos de nuestra parte, con el consiguiente clima regional proclive hacia Bolivia

Más diplomacia, mejor diplomacia, esa la clave y la asignatura pendiente para Heraldo Muñoz.