Recursos naturales

Max Silva Abbott | Sección: Familia, Sociedad, Vida

#05-foto-1Cualquiera que se adentre en la maraña de reuniones y documentos de la ONU, se dará cuenta rápidamente que el tema del control demográfico es su verdadera obsesión, al punto que no desaprovecha ninguna oportunidad para impulsarlo por cualquier medio, incluso el aborto. Y uno de sus argumentos recurrentes es el agotamiento de los recursos naturales.

Sin embargo, esta concepción de los “recursos naturales” (vinculada a las teorías maltusianas) debe ser revisada. Lo anterior, porque ella parte de una concepción “estática” de los mismos, o si se prefiere, asignándoles una existencia evidente, a tal punto que todos podemos “verlos” y también “cuantificarlos”.

Es por eso también que suele decirse que un país sería “rico” si posee muchos recursos naturales y que además, para que ellos duren, sería mejor tener una población reducida.

Sin embargo, lo anterior es falso: hay varios países no muy poblados que rebosan en recursos naturales y sin embargo, son pobres; y otros muy poblados, que casi carecen de ellos, pero son ricos (Japón o Corea del Sur, por ejemplo). ¿Cómo es esto posible?

La razón fundamental radica en que la concepción que se tiene de “recursos naturales” es errada. Ello, porque salvo el caso del agua o del aire (y a medias, según se verá), casi se podría decir que los recursos naturales “no existen”. Parece fuerte, ¿no?

Me explico: suele olvidarse que quien convierte las cosas en “recursos naturales” es el propio hombre, al descubrir cómo sacarles provecho con el avance de la tecnología. Es por eso que ha habido elementos que no han tenido ningún valor durante siglos, hasta que el ingenio ha encontrado la forma de convertirlos en riqueza, convirtiéndolos en una mina de oro. Por eso es el hombre el que crea los recursos naturales, de alguna manera. Y por lo mismo, su durabilidad es muy relativa, pues un mejor aprovechamiento, puede hacerlos aumentar varias veces.

Incluso el aire o el agua pueden ser multiplicados gracias a la tecnología, por ejemplo, con formas de purificación o incluso en algún momento, produciéndolos artificialmente. Algo parecido ocurre con las fuentes de energía, pues hoy se la puede generar casi a partir de cualquier cosa.

Todo lo anterior demuestra que el gran recurso del planeta no son las cosas, sino el hombre mismo: es su inteligencia, por tanto, el recurso verdaderamente valioso (el llamado “capital humano”), a condición, empero, que la población de un país esté bien formada, para lo cual la familia y la educación formal resultan esenciales, como ya sostenía Gary Becker hace muchos años.

Por tanto, somos nosotros, y no unos vaporosos “recursos naturales” la verdadera riqueza del mundo, ¿tiene sentido el control demográfico?