De perros y gatos como artículos de lujo

Ignacio Aréchaga | Sección: Sociedad

#09-foto-1Tratar bien a las mascotas es un signo de mejora en la sensibilidad humana. No hace falta pensar que son sujetos de derechos. Pero las personas sí tenemos el deber de evitar cualquier maltrato de las mascotas y, en el caso de los dueños, de ocuparse de su mantenimiento, ya que han asumido esa obligación.

El problema es si, al tratar a las mascotas como si fueran personas, las sociedades ricas pueden ir desarrollando unas tendencias que se vuelvan contra el bienestar de los propios animales. El problema empieza a despuntar en EEUU, a medida que perros y gatos son vistos como miembros de la familia.

En torno a las mascotas se ha desarrollado toda una industria cada vez más sofisticada, que va desde lo más básico –alimentación, limpieza, atención veterinaria– a lo más absurdo (masajes, cadenas de tv, aromaterapia, psicólogos, vestuario de moda…). Los servicios veterinarios se parecen cada vez más a la medicina humana, y no excluyen las transfusiones de sangre, las resonancias magnéticas o incluso la cirugía a corazón abierto. ¿Llegarán pronto los trasplantes?

Pero la misma concepción de la mascota como cliente y paciente está llevando a que se multipliquen los litigios jurídicos, de los que recoge algunos casos David Grimm en  Citizen Canine. No podía ser menos en una sociedad tan extremosa en sus modas y tan dada a la litigiosidad como la de EE.UU.

Las leyes no solo castigan el maltrato a los animales con multas de miles de dólares y hasta cárcel. Una ley federal aprobada tras el huracán Katrina exige que los servicios de rescate salven a las mascotas igual que a los humanos. En cada vez más casos de divorcio los jueces tienen que dilucidar quién se queda con la custodia de la mascota. Cuando por negligencia un tercero produce un daño o causa la muerte a la mascota familiar, los jueces ya no solo establecen una indemnización por el perjuicio económico, sino también por “daños emocionales”, antes reservados a la pérdida de la esposa o de un hijo.

Contra lo que podría parecer, este protagonismo animal está creando dificultades en las profesiones encargadas  de cuidar a las mascotas. Ser limpiador o simple paseador de perros puede convertirse en actividad arriesgada, si te expones a una querella de un propietario descontento. En 2012, un tribunal de distrito de Colorado concedió una indemnización de 65.000 dólares a una mujer y a su hija, por el sufrimiento mental causado por la negligencia de un limpiador de casas que dejó escapar al perro el cual resultó arrollado por un coche.

No digamos nada de los riesgos de  los veterinarios, que están siendo tan demandados como los médicos por casos de supuesta mala práctica.  Al igual que los médicos, los veterinarios necesitarán unos seguros costosos para cubrirse las espaldas.

Por eso la Asociación Americana de Veterinarios ha advertido que conceder a las mascotas un estatuto asimilado al de las personas llevaría a inundar los tribunales de querellas y haría que los servicios veterinarios se encarecieran hasta extremos prohibitivos, lo cual en definitiva solo perjudicaría a las mascotas. En suma, la preocupación desmedida por el bienestar de las mascotas podría convertirlas en artículos de lujo.

No solo hará falta más dinero para atenderlas, sino que probablemente se exigirán más conocimientos para hacerse cargo de una. Ya se dice que en lugar de hablar de “dueño” de la mascota, habrá que designarlo como “guardián”. Y a un guardián siempre se le exigen unos conocimientos para desempeñar su función, con lo que probablemente habrá que obtener un título o sacarse una licencia específica.
#09-foto-2Al final, puede que haya menos gente dispuesta a asumir el coste y la dedicación que supone adoptar una mascota, con lo que muchas más que ahora quedarán sin protección. O se creará una nueva desigualdad, entre el rico con mascota y el pobre que no puede permitirse ese lujo. Esa imagen del sin techo acompañado de un perro que es su única fiel compañía, puede que sea ya imposible.

Quizá el mejor modo de preocuparse por el bienestar de las mascotas sea tratarlas como lo que son, animales, sin pretender convertirlas en personas.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por el autor en su blog El sónar, http://blogs.aceprensa.com/elsonar.