Bachelet y aborto

Diego Schalper | Sección: Política, Sociedad, Vida

#04-foto-1A propósito de la intención de Michelle Bachelet de promover un proyecto de ley que despenalizaría el aborto, es preciso señalar algunos puntos.

Partamos por reconocer lo que significa practicar un aborto. Desde el momento de la concepción se constituye un niño único –en esto, la información genética es indesmentible–, y por ende toda acción tendiente a interrumpir ese embarazo consiste en un homicidio de un ser humano indefenso. Los métodos son múltiples y sería muy cruento describirlos acá. Pero es justo dejar sentada esa base: hablar de aborto es hablar de matar a un niño.

Luego, ¿existe algún argumento plausible que nos autorice permitir que ciertos médicos asesinen a un niño en el útero de su madre? Michelle Bachelet responde que sí: “el riesgo de vida de la madre” y “el haberse gestado de una violación”.

Respecto de la primera sería interesante saber a qué casos se refiere. Ella como médico sabrá que toda mujer embarazada tiene derecho a recibir tratamiento cuando se trata de una enfermedad mortal, incluso con la posibilidad (no deseada) de muerte del niño. Los médicos practican esto a  diario y nunca han sido perseguidos por ello. Lo que se sanciona en nuestro país es realizar un acto que directamente apunte a matar al niño en el vientre materno y no existen casos médicos en que el tratamiento consista en eso. Por tanto, ¿a qué situaciones quiere incluir Bachelet? ¿Quiere seguir a otros países que desde un concepto de salud difuso han extendido este eventual “homicidio legal” a otras situaciones que no tenían nada que ver con el “riesgo vital de la madre”?

Respecto del llamado “aborto por violación”, se argumenta que la mujer no estaría obligada a tener un hijo que ha surgido de una situación de ese nivel de violencia. Efectivamente este caso es distinto, en cuanto la gestación surge de una injusticia atroz y –por lo mismo– exige de un apoyo considerablemente mayor. Ahora bien: ¿es razonable saldar dicho daño con otro mayor, que además de cobrar la vida del niño, incrementará el sufrimiento psicológico y físico de esa madre? ¿Qué clase de justicia es esa, donde le aplicamos la pena de muerte a un niño inocente por un delito que cometió un violador? ¿Qué le dice la candidata a los niños que son fruto de ese crimen atroz y que, de haberse concebido después de su mandato, quizás no habrían podido leer estas letras?

El verdadero desafío de Chile no es sumarse al genocidio mundial contemporáneo que cobra más de 54 millones de vidas humanas al año. No tengo dudas que como generación tendremos que dar cuentas de eso, pues no se conocen en la historia de la humanidad antecedentes similares. Ahora, la real tarea no se agota en impedir la legalización del aborto, sino en evitar que las parejas tengan la tentación de tomar esa decisión tan errada. ¿Cuál es el apoyo que existe a la maternidad en nuestro país? ¿Es razonable que ese desafío se vea “apoyado” con planes de salud más caros, con menos alternativas laborales y con problemas para estudiar? ¿Qué contradicciones existen entre la sociedad de consumo y el apoyo a las madres? Ojo: no basta con decirle con fuerza a Bachelet “no a la ley de aborto” si no reflexionamos sobre cambios a las estructuras e ideas que lo favorecen, vengan del sector que vengan. Si queremos ser creíbles, debemos dar la pelea completa.

 

 

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por La Tercera.