La dimensión educativa de la actividad política

Mons. Fernando Chomali G. | Sección: Política, Sociedad

Carta Pastoral a los precandidatos y candidatos de Concepción y Arauco a la Cámara de Diputados y al Senado de la República de Chile

 

1. La importancia de la labor de quienes participan en política

En primer lugar quisiera felicitar muy sinceramente a todos los precandidatos y candidatos interesados en participar en las próximas elecciones de presidente, diputados y senadores de la República. Me suscita admiración y respeto el interés que cada uno de ustedes manifiesta por la cosa pública y por nuestra querida Región y el país. Fruto de esta admiración es que me surge el deseo de dirigirme, a través de esta Carta Pastoral, a los precandidatos y candidatos de la zona que contempla la Arquidiócesis de Concepción para compartir algunas ideas que pueden contribuir a hacer de estas elecciones una clase magistral de educación cívica y un testimonio vivo de amor a la Patria y la Región. Esta carta pretende ser un servicio con la única finalidad de alentarlos y ayudarlos en la noble vocación política que los mueve y en el sueño compartido de nuestra querida Región y País para que realmente se convierta en una Patria para todos.

Esta carta la escribo en tono de urgencia y con el ánimo de poner en su sitio la actividad política, a quienes a ella se dedican y a las instituciones políticas del país. Ello debido a que, como ustedes muy bien saben, lamentablemente en Chile se están produciendo dos fenómenos muy preocupantes que han de ser analizados cuidadosamente dado que desestabilizan la democracia y generan un ambiente que no contribuye a legitimar realmente a quienes ocupan cargos de tanta importancia a nivel ejecutivo y legislativo. En primer lugar la poca participación de la ciudadanía en las elecciones y en segundo lugar el creciente desprestigio ante la opinión pública de quienes se dedican a la política.

Estos hechos nos deben hacer reflexionar a todos, más allá de los postulados políticos que legítimamente cada uno proponga a la ciudadanía de cara a las elecciones. El desencanto en la clase política es un fenómeno demasiado serio si queremos fortalecer la democracia y el estado de derecho. Ello exige mirar el modo cómo hemos actuado en la arena política, proponer cambios en el estilo y en el modo de hacer política, y llevarlos a la práctica. Todos hemos de esforzarnos por mostrar a la ciudadanía, y de modo especial a los jóvenes, el significado profundo que tiene la legítima discusión política, el intercambio de ideas, pero sobre todo hemos de esforzarnos en mostrar que nos interesa realmente lo que es verdadero, justo y bueno para todos los chilenos porque de estos valores, pre políticos, pende el bien común.

Ese es el camino, y no otro, que nos permitirá contar con instituciones democráticas sólidas y validadas por la comunidad, sujeto de la acción política y de quienes se dedican a ella. Este esfuerzo es urgente si queremos fortalecer la democracia y dejarle a las futuras generaciones una sociedad más próspera, más estable, más participativa y más democrática.

 

2. El altísimo valor de la labor política

La Iglesia valora altamente la política por ser la ciencia arquitectónica, que se ocupa por el bien del hombre en cuanto ser social y tiene la misión de llevarlo a su máximo desarrollo integral, mediante la adopción de políticas públicas que promuevan el bien común, es decir el bien de la persona en cuanto ciudadano. A este respecto, son numerosas las enseñanzas que constituyen la “Doctrina Social de la Iglesia”. La política es, de todas las ciencias prácticas, la más excelsa y por ello es tarea de todos cuidarla y promoverla. Y ustedes tienen, por cierto, la primera responsabilidad. Ello debido a que es a través de las leyes y normas, que surgen del seno del poder ejecutivo y legislativo que el hombre y la sociedad irán en uno u otro sentido, se consolidará en su democracia o no. De allí la importancia de que quienes gobiernen o legislen sean verdaderamente capaces, idóneos y representativos.

 

3. Hacer política en clave educativa

Hoy, más que nunca la contienda política se da en y a través de los medios de comunicación social, lo que genera responsabilidades en quienes los administran y en aquellos que los emplean como instrumento de promoción. A unos nos cabe solicitarles estándares que tiendan a elevar el contenido del debate, evitando las descalificaciones; a los otros que utilicen el diálogo, el entendimiento razonado y razonable en la promoción efectiva del bien común.

A través de los medios de comunicación social, todo acto, todo gesto, toda palabra, todo silencio, es difundido y genera un gran impacto en las personas. Es por ello que las elecciones se convierten en un espacio privilegiado para que quienes aspiran ocupar cargos de liderazgo le muestren a la ciudadanía valores y normas dignos de imitar, de tal forma de que se instalen en el corazón de nuestra sociedad. Quienes pretenden cargos públicos han de encarnar, como ningún otro, las virtudes que permiten tener una sana convivencia entre los chilenos y generar un ambiente de paz. ¡Cuánto necesitan los jóvenes de líderes que busquen la verdad con sinceridad de corazón, que sean justos y prudentes, consecuentes, magnánimes y transparentes, capaces de generar espacios de diálogo, y que verdaderamente en el decir y en el actuar demuestren que quieren servir a través de sus cargos! Los jóvenes, decía un filósofo griego, le dan más crédito a lo que ven que a lo que oyen.

Es por ello que los candidatos han de cuidar el lenguaje utilizado, han de evitar por todos los medios las descalificaciones, las invectivas irónicas y todo aquello que pueda denostar al adversario. Todas estas actitudes contribuyen al desprestigio de la cosa pública y a generar una sensación de anormalidad lo que claramente representa un atentado a la razón y la dignidad del ser humano. Son las buenas ideas y la forma de llevarlas a cabo, el gran proyecto de sociedad que se propone y se quiere construir, lo que debe animar toda palabra entregada, todo debate público, toda entrevista realizada, todo artículo escrito, todo proyecto político presentado a la comunidad. Cada acción en la arena política genera interés público y por consiguiente contribuye a formar cultura. Ustedes están llamados a ser educadores porque a través de su actuar en el ámbito político van moldeando el ethos de la sociedad. De ustedes dependerá en gran medida si la contienda política de la cual son protagonistas contribuye a generar una cultura del respeto o el de la odiosidad, si aporta a la sana convivencia nacional o la tensiona, si ayuda al discernimiento de la ciudadanía o la enturbia y confunde. En definitiva si genera simpatía mutua a pesar de las diferencias y una cultura donde prime el intento sincero de buscar la verdad en todo y el bien de todos, por sobre el interés personal o del partido.

No olvidemos que antes de ser de tal o cual partido, antes de ser de tal o cual coalición, son seres humanos y chilenos. Este hecho esencial une profundamente y obliga al respeto mutuo. No puede quedar disminuida la dignidad de ningún político porque piense distinto o tenga otra visión frente a la realidad.

Uno de los elementos que puede contribuir significativamente al fortalecimiento de una campaña política que enaltezca a quienes compiten por un escaño, y la presidencia, por cierto, es aprender a dialogar. El diálogo apela a la razón, no a la pasión ni al sentimiento, apela a una búsqueda sincera de la verdad, de lo que es correcto y bueno, y ello se busca en común. Desde ese punto de vista, es importante tener siempre presente que el adversario político no es diametralmente e irreconciliablemente distinto, sino también lleva algo de razón en sus propuestas. Este presupuesto puede ayudar significativamente a una campaña de ideas y de sincera colaboración frente a los problemas que nos aquejan como sociedad.

Quisiera ir aún más lejos, y reproducir la enseñanza de sucesivos pontífices que nos han dicho que la razón abierta a la verdad viene animada por el amor. El Papa Benedicto XVI nos recordó de una forma muy hermosa que la verdad y el amor van íntimamente unidos en la tarea de la vida pública. Y antes, Paulo VI ponía como notas características del sano diálogo la claridad, la exposición de la verdad completa y la caridad. Hoy el mundo, además de la libertad e igualdad (equidad), necesita de fraternidad. Esa convicción constituye el núcleo conceptual de esa gran carta encíclica de Benedicto XVI Caritas in veritate (El amor en la verdad). Y muy recientemente nos lo ha vuelto a recordar el Papa Francisco. La política de nuestra querida Patria anhela un diálogo de hermanos que se abren a un horizonte de encuentro y de futuro mejor para todos.

 

4. De cara al futuro los grandes temas a abordar

Chile y la región han experimentado grandes transformaciones. La pobreza ha disminuido, por cierto, y qué duda cabe que se ha logrado una mayor inclusión en muchos ámbitos, por de pronto nombro la educación pre escolar y la superior. Sin embargo, por otro lado, hemos tenido un desarrollo con un marcado acento economicista, que ha ido en desmedro de una preocupación por construir una sociedad más fraterna, más solidaria y más amable. Es sabido que un porcentaje importante de personas no logra hacerse parte del desarrollo que ostenta el país y nuestra zona y un grupo no menor de jóvenes experimenta mucha frustración ante un futuro que se les presenta como incierto al no poder estudiar ni tener acceso a un trabajo digno. Sigue siendo la pobreza de muchos chilenos una herida que supura. La pobreza más que un tema político es un tema moral, pero sin lugar a dudas serán las políticas públicas adecuadas las que permitirán superar este flagelo en el que se encuentran tantos compatriotas. Las elecciones son el tiempo privilegiado para proponerlas. Y quienes resulten electos deben realizar su trabajo teniendo en vista saldar esta gran deuda social que se arrastra por años.

Frente a estos magnos desafíos, la discusión política centrada en recriminaciones mutuas pero carentes de contenido, solo logra exacerbar el clima de violencia y descontento social presente en algunos sectores de la sociedad chilena. Más bien ha llegado la hora de hacer propuestas concretas y evaluables. Y trabajar arduamente para que, en la medida de lo posible, se cumplan los programas de gobierno y las promesas de campaña.

 

5. Ejes de la vida social que exigen definiciones

Quisiera proponerles tres ejes de la vida social en los que las políticas públicas tendrán sin duda efectos significativos en la superación de la pobreza y en el desarrollo de nuestra región, y por lo tanto del país.

El primero es la familia. En Chile lamentablemente ha aumentado significativamente el número de divorcios, han disminuido los matrimonios y la tasa de natalidad. Además, son cada vez más los niños que nacen fuera del matrimonio y que no tienen la estabilidad familiar que su proceso de desarrollo exige. Chile es un país donde aumenta rápida y significativamente el número de ancianos, los que cada vez están y se sienten más solos. Todo ello es causa de dolor, de soledad y de pobreza tanto material como social y obliga a cuestionar el modelo de sociedad que se ha ido generando.

A la luz del anhelo claramente manifestado por los jóvenes de querer formar una familia y de reconocerla como el lugar de mayor alegría en sus vidas y de dolor cuando está en crisis, los invito a que propongan como un gran valor la familia sustentada en el matrimonio -entendido como la unión entre un hombre y una mujer- y muestren las políticas públicas que pretenden llevar adelante para generar estabilidad y armonía en su interior, así como fomentar la vida familiar. Los invito también a que se definan respecto de las políticas públicas que piensan generar para que en Chile se les agradezca la labor realizada a los ancianos y no se perciban, como en tantas partes del mundo, como una carga para la sociedad. De los efectos sociales de los grandes cambios demográficos y sociológicos se habla muy poco. Convencido de que el futuro de la humanidad se fragua en la familia, una definición clara de los candidatos para fortalecerla urge dado que marcará el futuro de Chile en todos los aspectos.

El segundo es la educación. Es insostenible la inequidad que se da en el ámbito de la educación y que marca la inequidad en todos los demás ámbitos de la vida de las personas. Una educación pobre lleva a una vida y a una familia pobre. Mientras un pequeño grupo de niños y jóvenes tienen un nivel educativo de alto estándar que les permite optar a las mejores universidades y luego a los trabajos mejor remunerados, hay otro gran grupo de jóvenes que tienen una educación muy mediocre y otros, los más pobres, una educación claramente deficiente. Ello solo logra perpetuar la desigualdad y generar un clima de perturbación social. No hay manera más eficaz de dar igualdad de oportunidades que generando igualdad de oportunidades en la educación. Dios, para los creyentes, la naturaleza, para los no creyentes, dota de talentos, carismas y habilidades a todos por igual, y a la sociedad a través de su sistema educativo le corresponde promover dichos dones inscritos en cada ser humano. Son muchos los jóvenes talentosos y capaces que se pierden por la deficiente calidad de la educación, sobre todo la pública y la particular subvencionada. ¿Respetando la libertad de educación, se promoverá efectivamente la educación pública, gratuita y de calidad para los sectores más pobres de la sociedad? Ese tema ha de ser claramente abordado por quienes ostentan un cargo público. En la estabilidad familiar de un niño y en su educación radica parte importante de su futuro.

El tercero es el emprendimiento. Sin duda que los emprendedores tienen un rol fundamental en el futuro del país y la región. Las PYMES son las grandes generadoras de empleo en Chile y han de ser promovidas. Desde ese punto de vista no pueden quedar en la indefensión respecto de grandes conglomerados económicos como acontece en la actualidad. Generar instancias para que los jóvenes y las familias emprendan es un desafío urgente de cara al desarrollo de la región y del país y de las personas que requieren propuestas concretas, evaluables y de probada eficacia. En ese campo queda mucho por hacer sobre todo a lo que capacitación y acceso al crédito se refiere. Sería muy interesante saber qué piensan los candidatos y en qué están trabajando sus equipos de apoyo sobre este sector de la población y qué políticas públicas piensan promover para fortalecerlas y para que el trabajo esté al servicio del hombre y de la familia y no al revés.

 

6. La defensa de la vida humana en todas las fases de su desarrollo

Como la persona humana es el fundamento, la razón de ser de la sociedad y el fin último de la autoridad política, es menester que de cara a una elección se manifiesten con claridad y sin ambigüedades acerca de los temas que tocan el respeto del ser humano que está por nacer. A pesar de que la organización política de Chile reconoce el derecho a que se respete la vida del neoconcebido, se levantan en algunos casos voces que están a favor de eliminarlas. El sentido común nos dice que cada uno de los seres humanos que habitan en el planeta lo hace porque ese momento inicial fue respetado. Ese momento, el de la fecundación, es la condición de posibilidad de los momentos sucesivos. ¿Qué motivo habría para que se permita que algunas personas puedan decidir qué vida merece ser vivida y cual no? El aborto bajo todas sus formas es la arrogancia de los fuertes respecto de los débiles. Ser claros en dicha materia le dará mucha tranquilidad a las futuras generaciones respecto de que el valor de la vida no puede ser medido en términos cronológicos o utilitaristas, sino que en términos del valor que lleva gravada en sí misma.

Es sabido también que se deslizan corrientes para despenalizar o derechamente legalizar la eutanasia. Esa práctica es un fracaso de la sociedad que ve como un mero estorbo a quienes entregaron la vida por los demás y fueron transmisores de la historia y la cultura. ¿Qué políticas públicas se van a presentar para honrar a los ancianos y darles lo mejor en sus últimos años de vida? La respuesta noble a esta pregunta sería un gran ejemplo para los jóvenes.

También es un atentado claro en contra de la vida los compatriotas que viven aún en la indigencia y viven de la caridad gracias a instituciones normalmente vinculadas a la Iglesia Católica, pero no son, como debiesen, sujetos directos y prioritarios de la acción del Estado. Reconociendo que es mucho lo que se ha hecho, sin duda que el camino por recorrer aún es largo y dependerá en gran medida de las futuras autoridades.

 

7. Un nuevo trato con los pueblos originarios

En lo que a los pueblos originarios se refiere es poco lo que se habla en las campañas políticas. Creo que la sociedad toda es cada vez más consciente de la necesidad de abordar el problema de manera orgánica. Sin duda que ha habido avances en cuanto a su reconocimiento, pero queda mucho por hacer. Son pueblos postergados y este hecho no ayuda a generar las condiciones de una paz social verdadera y duradera. Sería muy importante que en la campaña que se avecina se plantee el tema de los pueblos originarios como un tema país que produce inquietud y constantes conflictos. Pronunciarse acerca de sus derechos ancestrales, respecto de las políticas públicas que se van a promover para ver su cultura y sus creencias como una riqueza para el país son aspectos que no pueden quedar fuera de las campañas que se avecinan. El discurso que Juan Pablo II pronunciara en Chile así como los múltiples documentos de la Conferencia Episcopal de Chile pueden ser fuente de inspiración a la hora de promover políticas públicas sobre este importante tema de Estado.

 

A modo de conclusión

Todos los anteriores temas y situaciones, así como muchos otros, como por ejemplo el cuidado del ambiente, nos convocan a todos los chilenos a pensar qué país realmente queremos, qué futuro buscamos preparar y qué queremos hacer con la herencia recibida en estos más de doscientos años de vida independiente. Hemos de animar a todos, políticos, intelectuales, familias, regiones, municipios, jóvenes, y demás ciudadanos a converger en un gran proyecto de país, capaz de suscitar el liderazgo de jóvenes chilenos con corazón y mente de grandes estadistas, llenos de humanidad y de generosidad.

La Iglesia pretende servir al país a través de su enseñanza que le viene del Evangelio, su bimilenaria tradición y su servicio en muchos ámbitos de la sociedad, especialmente vinculados al servicio de los más pobres. No pretende imponer un punto de vista en particular y no tiene soluciones técnicas que aportar frente a los múltiples dilemas que se le presentan a la autoridad pública día a día. Lo que sí, amparada por el conocimiento que tiene del ser humano y del reconocimiento de su dignidad, se atreve a proponer algunos temas de la vida social que adecuadamente enfocados pueden contribuir significativamente a construir un país donde haya paz social, armonía y fraternidad. Las líneas fuerzas recientemente expresadas pueden llevar a generar directrices que centren el debate que se avecina en lo medular y realmente importante y convertirlo, además, en una verdadera cátedra de ideas, de propuestas, y de sueños posibles de realizar para que nuestro querido Chile y nuestra región sean prósperos, lleno de oportunidades para todos y sus habitantes más felices. Esta carta está dirigida a todos los hombres de buena voluntad que se interesan por conocer el sentir de un arzobispo que conoce de cerca los problemas de la sociedad, sin embargo, no puedo dejar de manera especial de invitar a los católicos que trabajan en política a no abandonar la fe y buscar en ella y en el Evangelio de Jesucristo el camino de la práctica política. Confiar en el poder de la oración, mantener viva la esperanza y apartarse del desaliento como lo pide el Papa Francisco.