Decencia política

Federico García Larraín | Sección: Educación, Política, Sociedad

No he querido entregar estrategias políticas en estos escritos, porque además de la (escasa) posibilidad de los lean personas a quienes no van dirigidos, tampoco hay muchas probabilidades de que los lean los destinatarios. En todo caso, como en las oficinas públicas hay gente que tiene como misión revisar la prensa (una vez me llegó un tirón de orejas por una referencia poco feliz a un servicio estatal), lanzo esto como quien lanza al mar un mensaje en una botella.

No es novedad ni sorpresa que la oposición haya dado guerra sin cuartel al actual gobierno. Desde la discusión del último presupuesto hasta la inasistencia al Te Deum, pasando por las acusaciones que no prosperaron (pero que hicieron que algunos se inmolaran por la causa). Lo curioso es que el gobierno no se haya dado cuenta antes de lo que se venía. Pero la acusación contra el ministro Beyer ha dejado patente que un clima de cordialidad no es posible si no gobierna la izquierda. Como respuesta, un ministro ya dijo que no iba a haber más ayudas (quizá pensando en aquella vez que la Democracia Cristiana no inscribió sus candidatos a tiempo).

Es natural que ocurra esto; hace pocos días decía el editor del semanario conservador inglés The Spectator, a propósito de las manifestaciones de odio que suscitó en Inglaterra la muerte de Margaret Thatcher, que la gente de derecha tiende a tolerar a la gente de izquierda, porque, a pesar de considerar que está equivocada, la considera relativamente simpática. La gente de izquierda, en cambio, tiende a pensar que los de derecha somos completamente siniestros. Por eso la guerra sin prisioneros.

Esto genera un problema: si ambos lados del espectro político se comportan igual, resulta el caos. El gobierno actual parece estar a la merced de una oposición que tiene al orden público ­y al funcionamiento normal de las instituciones­ como rehén, y que amenaza con destruirlo si sus demandas no son satisfechas.

Este problema, sin embargo, se puede aliviar con un poco de estrategia. Ya lo saben en otros lados: si el gobierno no mantiene ocupada a la oposición, la oposición mantiene ocupado al gobierno (se aplica también a los profesores respecto de los alumnos). Material no faltaría, ya que los gobiernos de la Concertación tuvieron cierta dificultad para mantener el orden en asuntos de platas públicas. Quizás por magnanimidad, o para mantener un clima cordial, se prefirió no investigar mucho. Hacerlo ahora parecería venganza y no mejoraría las cosas, habrá que dejarlo para otra ocasión. Eso sí, podría hacerse una investigación a fondo de la Universidad Miguel de Cervantes, a modo de pequeño escarmiento, después todo, la nueva Ministra de Educación tendrá que vigilar instituciones como esa si quiere no quiere que la izquierda pida su cabeza en un plato.