Los más ricos de Chile

Federico García Larraín | Sección: Historia, Sociedad

El ranking de la Forbes sobre las personas más ricas del mundo, entre los que hay varios chilenos, y un informe de la OECD provocaron nuevamente la acostumbrada discusión sobre la desigualdad. Mientras unos miran con anhelo el modelo de la vieja Europa ignorando que se derrumba –porque el famoso estado de bienestar alcanzó sólo para una generación– otros apuntan a la igualdad que campea en países donde la libertad es un artículo de lujo.

Nadie ha notado ni ha querido decir, sin embargo, que de las fortunas más grandes de Chile que aparecen en el ranking de Forbes, casi todas son recientes y forjadas por familias de inmigrantes llegados a Chile en el siglo XX.

En otras palabras, la desigualdad que se denuncia es real, pero eso no implica que Chile sea un país donde no se puede surgir, incluso desde muy abajo. De otra forma no se explica que dentro de los más ricos del país haya cada vez menos familias antiguas y cada vez más personas que llegaron a estas tierras con poco más que lo puesto. Algún entusiasta aventurará que dentro de este grupo hay incluso algunos que no accedieron a la educación superior (como Paulmann), pero esos casos son excepcionales por lo que se pueden considerar anecdóticos.

¿Qué pasó, entonces, con la antigua elite castellano-vasca que se repartió las fértiles tierras del Chile tradicional? No es que se haya extinguido a punta de no reproducirse (como les pasó a los WASP en Norteamérica), sino que ha sido superada por otros en creación de riqueza. Mientras unos seguían apegados a la tierra o a las profesiones liberales, los inmigrantes desarrollaron negocios poco explorados en el ámbito del comercio o de la manufactura, o crearon otros que antes no existían en áreas como el turismo, produciendo riqueza donde antes sólo había potencial.

Es que la riqueza no es un juego de suma cero, como parecen creer los que llaman a redistribuir: crece a medida que se agrega valor a las cosas, y ese valor se agrega mediante el trabajo. Si Chile es un país más rico de lo que era antes y la población ha aumentado, es porque se ha creado riqueza. Y la riqueza, obviamente, no se genera espontáneamente: la crean personas innovadoras, dispuestas a arriesgarse y a trabajar duro. Si al chileno medio no le calza bien esa descripción, no hay que extrañarse entonces que la mayoría de los más ricos pertenezcan a las distintas “colonias”.

La desigualdad se podría suprimir eliminando las grandes fortunas o impidiendo la acumulación de riqueza. Pero junto con los ricos desaparecerían también las de fuentes de trabajo (y los ingresos tributarios) que crean esos hombres que surgieron no porque la torta se repartiera de manera más equitativa, sino porque hornearon la suya propia.

No es esto una propuesta de solución a los problemas económicos de Chile, sólo que antes de repetir lugares comunes, es interesante considerar los inicios de personas como Paulmann, Yarur, Saieh, Hites, Falabella, y otros. Muy probablemente, en su juventud no perdían el tiempo leyendo columnas como ésta, y mucho menos, comentándolas.