La condición del hombre contemporáneo

Mirko Škarica | Sección: Sociedad

En su libro ¿Qué es el hombre?, Martín Buber presenta un diagnóstico de la condición del hombre contemporáneo. Ahí se pregunta por las causas de dicha condición. Por tratarse de un autor contemporáneo y de gran impacto en los pensadores de occidente, he decidido exponer a los lectores de Viva Chile sus ideas al respecto.

Para empezar, hace una exposición sumaria sobre las diversas teorías sobre el ser humano a lo largo del pensamiento occidental. Parte, obviamente, por los griegos, llegando a las ideas de Hegel y Marx, pasando por Feuerbach y Nietzsche. Pero antes de entrar a la exposición de los autores contemporáneos, como Husserl, Heidegger y Scheler, cuyo círculo compartió, interrumpe el relato, para exponer las causas de la condición del hombre contemporáneo. La parte correspondiente, que aquí explico, se titula “La crisis y su expresión”, y hace referencia a la crisis del hombre contemporáneo.

Buber llama especial atención sobre la condición social del hombre de hoy. Vivimos bajo un acentuado aislamiento, cuyas manifestaciones más claras son el sentimiento de soledad o abandono, y el radical individualismo. Es una situación paradójica, pues vivimos en soledad en medio de un tumulto humano. En su diagnóstico, Buber señala uno de los factores principales que ha contribuido a tal situación paradójica. Ese factor sería la disolución progresiva de las formas naturales de convivencia humana, como la familia, las comunidades aldeana y urbana. En reemplazo de las formas naturales han surgido paulatinamente modos ya no naturales, sino convencionales de convivencia. Dichas formas, por tener su origen en el arbitrio humano pueden ser disueltas a voluntad. El vínculo natural ha sido quebrantado con una clara consecuencia, el aislamiento. El individualismo, el aislamiento y la soledad pasan a ser así la condición del hombre contemporáneo.

Con gran perspicacia, Buber apunta a la raíz más profunda de esta disociación o disolución de la convivencia social natural. Según él, esto es el precio que pagamos por las ideas modernas que impregnaron nuestra mente, y que son las mismas ideas que provocaron la Revolución francesa. En pocas palabras sostiene que la disolución social se origina en lo que llama “emancipación política” del hombre moderno.

¿Pero qué quiere decir con esta expresión?

En el contexto de su exposición se subentiende qué quiere decir. En su libro está hablando de las teorías que han guiado las acciones humanas en las diversas épocas de la historia, empezando por los griegos. Estas teorías intentan comprender y guiar el ser social o político, puesto que nacemos naturalmente entre semejantes, a los cuales necesitamos para nuestra sobrevivencia y para nuestro desarrollo espiritual. Por tal razón casi todos los filósofos y pensadores de las distintas épocas discutieron, difundieron y enseñaron las ideas sobre el ser social o político del ser humano, como algo impuesto por su naturaleza.

Al respecto, ya los griegos definieron al hombre como un “animal político por naturaleza”, esto es, un ser viviente que está destinado por su condición natural, no por su arbitrio, a vivir en comunidad cívica con sus semejantes. Dicha comunidad supone una estructura en que hay gobernantes y gobernados que se organizan racionalmente. Por tal razón, tanto la educación, que apela a la inteligencia, como el diálogo, en la forma de un discurso racional, fueron los medios para consolidar la comunidad cívica a lo largo de los siglos. Así se pensó y así se consolidaron las formas naturales de convivencia humana, empezando por la comunidad familiar hasta llegar a las comunidades aldeanas y urbanas.

Buber, al señalar la ‘emancipación política’ como causa de la disolución social en los tiempos modernos, se está refiriendo, pues, al rechazo de la idea de que el hombre es político por naturaleza. Tal rechazo se funda en la idea de que el hombre es libre entre iguales. La consecuencia lógica es que nadie tiene poder para gobernar a nadie.

¿Cómo se origina esto?

En los inicios de la modernidad, con pensadores de fuerte influencia como Hobbes, Locke, Rousseau, se planteó y defendió la idea de que el hombre no es político por naturaleza, y se rechazaron así las ideas que guiaron la organización de la sociedad humana por largos siglos, hasta la explosión de la Revolución francesa. Los intelectuales de la época vieron en esta revolución un signo inequívoco de las nuevas ideas que habían de imperar en la sociedad. El ser humano pasó a ser concebido como un ser individual que es libre e igual a los semejantes. Esto quería decir que nadie tiene por naturaleza el derecho de gobernar a otro, por ser el otro a la vez igual y libre como uno. La forma natural de la vida humana pasó a ser así el egocentrismo radical. Las acciones de los individuos, pasaron a ser consideradas como la proyección natural de la libertad individual, cuyo fruto pasó a constituir una nueva realidad, esto es, la realidad establecida por el hombre para su realización individual.

Así, la forma natural de asociación entre los hombres es sustituida por el contrato entre las voluntades individuales, bajo la ficción de que elegir uno a quien lo gobierna equivale a mandarse a sí mismo, pues se entrega la voluntad propia a quien uno ha elegido para que lo mande. En buenas cuentas, uno le estaría dando libremente a otro el poder de mandarlo a uno.

Las obras de supervivencia pasan a ser consideradas igualmente como una proyección de la voluntad individual. La economía y la técnica van creando el habitat o mundo que cobija al hombre moderno, pero de modo que satisfagan los intereses individuales. El activismo político, la labor y el trabajo son ahora las formas de realización personal. De esta manera el individuo humano pasa a ser uno de tantos en medio de una masa humana sin conexiones naturales.

En las ideas expuestas, Buber sigue en cierta manera a un autor alemán como lo hacen muchos contemporáneos suyos, entre ellos Heidegger, Max Scheler, Hannah Arendt, y varios más. Se trata de Husserl, quien hace esfuerzos por zafarse del craso empirismo y del acentuado positivismo de su época. Buber cita La crisis de las ciencias europeas, obra en que Husserl declara con énfasis que una sana concepción antropológica debe tener en cuenta que el individuo humano es un ser inserto generativa y socialmente en comunidades humanas, contra las teorías modernas. Eso quiere decir que no es el individuo humano quien decide si se vincula a otros para su convivencia. Por el contrario, es condición de la vida humana la convivencia en medio de una pluralidad de personas, según el orden natural, pero en el buen entendido de que el hombre no es un animal gregario, sino cívico. Buber es uno de los pocos autores que captó esta decisiva idea de Husserl contra el pensamiento moderno, y a ello responde su libro comentado.

Frente al diagnóstico señalado piensan algunos que dentro del mismo pensamiento moderno aludido se generó un antídoto contra el individualismo a través de las ideas de Feuerbach y Marx. Pero el mismo Buber se encarga de indicar en forma muy escueta que el marxismo que se desarrolló en bases a las ideas de Feuerbach cayó en un colectivismo que anuló la relación personal entre los individuos, logrando sólo aglutinarlos bajo una fuerza impersonal común que les carcome su libertad.

Quien hace un descarnado análisis de la condición del hombre actual bajo las ideas totalitarias del marxismo es Hannah Arendt, quien pertenece al mismo círculo de los iniciados por Husserl, como lo señalamos anteriormente. Pero sobre lo expresado por esta autora espero escribir más adelante.