Gradualidad

P. Raúl Hasbún | Sección: Sociedad, Vida

La Corte Interamericana de Derechos Humanos reconoce que existe una gradualidad en la adquisición de los derechos humanos y reafirma que el embrión no es sujeto de derecho como las personas actuales”: un médico chileno identificado con las técnicas de reproducción asistida entiende y celebra con estas palabras el reciente fallo de esa Corte, que condena al Estado de Costa Rica por haber declarado inconstitucionales dichos tratamientos.

El grado, elemento fundante de la gradualidad, designa cada uno de los diversos estados, valores o calidades que algo puede tener, en relación de menor a mayor: “quemaduras de primer grado”. Es también medida o valor de intensidad: “me complazco (o me horripilo) en sumo grado”. Denota, por último, rango o jerarquía  tanto de excelencia como de autoridad.

Vincular la doctrina y práctica de los derechos humanos universales e inalienables con el concepto de gradualidad es una trampa semántica de peligrosidad letal. ¿Se quiere decir que un titular de esos derechos humanos puede sin culpa suya encontrarse en un estado, valor o calidad de grado inferior a otro de esos titulares?  Y, dado que la titularidad de esos derechos se adquiere  por ser miembro de la especie humana ¿debemos entender y aceptar que en dicha especie militan miembros de primer, segundo y tercer grado?  Si la gradualidad es una medida variable de intensidad ¿el sistema jurídico vigente reconoce que  en la aplicación práctica de los derechos humanos algunos de esos sujetos pueden reclamarlos con mayor grado de fuerza, vehemencia y expresividad que otros? Y si el grado se interpreta como señal de rango o jerarquía ¿se está o no deslizando la afirmación de que algunos seres humanos tienen  más derechos que otros y poseen autoridad para restringir o suprimir los derechos de sus subalternos, entre ellos el derecho a la vida?

La denunciada peligrosidad letal de esta trampa semántica se pone de manifiesto en el trágico historial de las tiranías despóticas. Ellas segmentan a su población en grados de menor o mayor acceso a los derechos de propiedad, expresión, participación ciudadana, libertad religiosa, libertad personal. La brutal imposición de esta gradualidad tiene un corolario trágico: el de grado inferior no tiene cómo acreditar ni defender su derecho a la vida. Los jerarcas nazis y leninistas administraron perversamente la teoría de la gradualidad de los derechos humanos, decretando el exterminio de millones de personas de “rango inferior” o desechadas como “vidas inútiles”. Nunca discriminaron y mataron tanto como lo hace hoy la teoría y práctica según la cual un miembro de la especie humana tiene “graduado” su derecho a  nacer, a vivir y a seguir viviendo según lo estime y decida, inapelablemente, otro miembro de grado mayor.

El embrión llega a ser “persona actual”  porque desde el principio tuvo y siempre tendrá inamisible rango  de Hombre.

 

 

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por Revista Humanitas, www.humanitas.cl.