Fraudes chavistas, cinismo mundial
Hernán Felipe Errázuriz | Sección: Política, Sociedad
Chávez ya había engañado a su pueblo en la campaña presidencial declarando estar curado del cáncer. Ahora, con la complicidad de gobiernos extranjeros, incluido Irán y el grueso de los americanos, pretende engañar al resto del mundo sobre la democracia de Venezuela. Con seguridad la mayoría de los 60 jefes de gobierno y cancilleres reunidos en Santiago el próximo viernes guardarán silencio o apoyarán la legitimidad del régimen chavista.
Venezuela se transformó en un sistema autocrático cuando Chávez obtuvo la suma de los poderes ejecutivo, legislativo, judicial y militar. Como Luis XIV podía decir “L’état c’est moi” y designar heredero. Hoy se comprueba que la constitución de Venezuela estaba diseñada para un régimen vitalicio, totalitario y personalista; otro fraude.
Chávez se encuentra totalmente imposibilitado de asumir el nuevo mandato. Un cáustico y oscuro comunicado oficial reconoció el cáncer, la severidad de sus secuelas y el secuestro de su cuerpo en Cuba. Ni siquiera pudo firmar la solicitud de prórroga del juramento. La carta dilatoria la firmó su heredero y vicepresidente.
La bizarra constitución bolivariana exige el juramento presidencial en fecha determinada, antes de ayer, salvo imposibilidades temporales certificadas con informes médicos. En caso contrario, se extingue el mandato presidencial y debe convocarse a elecciones presidenciales en 30 días. Ninguna de esas exigencias constitucionales se ha cumplido, siendo legítimo sostener que las autoridades venezolanas carecen de legitimidad democrática -y que, por ende, deberían ser marginadas de la OEA, Mercosur, Celac, Unasur y demás entelequias interamericanas, que exigen, para su permanencia, el cumplimiento de sus cartas democráticas.
Ha ocurrido lo contrario. Chávez ha recibido apoyo incondicional de sus aliados del ALBA: Cuba, Bolivia, Ecuador y Nicaragua. Cuenta con el respaldo de Argentina, Uruguay y de Brasil, y se beneficia de la silenciosa tolerancia de los gobiernos de Chile, Colombia, Estados Unidos, México, Perú y de varios centroamericanos y caribeños. Los mismos que no vacilaron en aislar a Paraguay por la destitución constitucional del presidente populista Lugo, en una maniobra que precisamente sirvió para incorporar al chavismo al Mercosur.
Estas complicidades, contradicciones y tolerancias se explican por el maquiavélico temor provocado por el chavismo, por el poder de la izquierda internacional, por los petrobolívares y por la seguridad de muchos de que el régimen chavista se desmoronará solo, por su inminente descomposición cultural, política y económica. El pragmatismo es comprensible. Lo lamentable es que los gobiernos de centro y derecha de América Latina y de Estados Unidos, con su silencio, traicionan sus principios y desalientan a los partidarios de la democracia en América y especialmente en Venezuela.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio de Santiago.




