El verdadero espíritu del voluntariado católico
Matías Zulueta Baeza | Sección: Religión, Sociedad
En los últimos años ha habido un crecimiento rápido de diversos grupos de jóvenes enfocados en ayudar al prójimo; estos son los llamamos voluntariados sociales. Existen desde grupos que se preocupan por la vivienda digna, hasta grupos que defienden los derechos del que está por nacer, pasando por grupos enfocados en el emprendimiento social. Si bien, es necesario un “mínimum de bienestar” para que el ser humano pueda llevar una vida moral correcta y pueda desarrollarse en la vida de las virtudes, no hay que olvidar que esta vida moral no se lograr con solo poseer un nivel socio-económico determinado, sino que es necesario un entendimiento de la espiritualidad del ser humano, donde éste sea capaz de entender su fin, para así desearlo.
Es en este último punto donde, creo, algunas instituciones cojean. Muchas de ellas tienen como consigna “derrotar la pobreza”, “entregarles una vida digna a los más necesitados”, “generar movimiento social”, “lograr la vivienda propia”. Sin duda, todas estas consignas están fundamentadas en la justicia, y no es mi intención cuestionarlas ni mucho menos criticarlas. Pero si me gustaría ir un paso más allá y preguntarme ¿para que todo esto? ¿Simplemente queremos sacar al pobre de su pobreza para que se sienta mejor? Sin duda, como se mencionó anteriormente, la superación de la pobreza edifica el piso para que el ser humano pueda alcanzar su fin último, pero no implica que el cambio económico vaya a mejorar de forma directa la vida moral del sujeto. De hecho, el cambio en la situación económica puede deformar a la persona. Para darnos cuenta de esto no hay que ir muy lejos, quizás mas de alguno lo ha experimentado con algún familiar, amigo o lo ha podido apreciar en algún personaje popular. El dinero es un arma de doble filo, que se puede trasformar de un simple “medio” para alcanzar el bien, a un “fin” que se busca por “sí mismo” que conlleva a la destrucción de la persona. Todo esto se exacerba por el escenario en el cual vivimos, donde lo importante para la sociedad es el éxito económico y el desarrollo de la economía. Qué gran falacia es el denominado “desarrollo económico”, que ilusiona al ser humano con una felicidad a la que por si no conduce. La verdad evidente de que el hombre no alcanza su plenitud ni su felicidad con el solo éxito económico se ve tantas veces oscurecida, sea por su inconveniencia de corto plazo, sea por otro motivo, que el hombre llega a convencerse de lo contrario.
Es por eso que es urgente que aquellas instituciones de inspiración católica que realizan las ayudas que hemos señalado complementen su misión orientando a aquellos a quienes sirven, mostrándoles no sólo la verdadera naturaleza del ser humano, donde la parte espiritual es fundamental para alcanzar la felicidad, sino además la necesidad de la vida de la Gracia, sin la cual, por muchos esfuerzos que se hagan, no hay felicidad. Ya basta de excusas y argumentos basados en falacias y sofismas, es necesario dejar de lado los prejuicios que nos hacen pensar que «la parte espiritual es algo íntimo en donde no se debe entrar para no pasar a llevar a la persona”. Para lograr un verdadero desarrollo integral del ser humano es necesario preocuparse de la persona en su totalidad, tanto, en el aspecto material como en el aspecto espiritual. Este último punto es el que realmente marca la diferencia entre una institución puramente humana y otra de inspiración católica. De lo contrario, solamente vamos a generar individuos con un mejor pasar económico, pero probablemente con un alto nivel de frustración porque les habremos enseñado que la receta para la felicidad es simplemente tener más bienes materiales.




