El patriotismo

Pablo G. Maillet A. | Sección: Educación, Familia, Política, Vida

Estamos en el Mes de la Patria. No quisiera hablarles ahora sobre algún hecho histórico heroico, aunque siempre es bueno hacerlo para tener presente a aquellos que construyeron la Patria. Hoy quisiera referirme a algo anterior a todos los hechos, y que podríamos llamar la causa o lo que motivó a todos nuestros héroes patrios a hacer lo que hicieron, y por los que los recordamos, se trata de la virtud del Patriotismo.

Los antiguos romanos tenían un término muy particular para designar el amor por tres cosas: el amor por Dios, por los padres y por la tierra donde habían nacido,  la llamaban pietas, que versada a nuestra lengua se conoce como “piedad”. ¿Qué es la piedad? Es el amor a Dios. ¿Qué tiene que ver la piedad con el patriotismo?

Santo Tomás de Aquino, cuando habla sobre las virtudes, dice que el patriotismo es una virtud que se encuentra dentro de otra virtud más general, la justicia. EL patriotismo es una virtud de justicia.

Existen tres virtudes que pertenecen a la justicia, pero son de algún modo virtudes especiales. La justicia consiste en “dar a cada cosa o persona lo que le corresponda”. La justicia no es pura igualdad, de hecho, la igualdad a ciegas es siempre injusticia. La justicia tiende a la igualdad.  Lo justo es dar lo que cada cual o cada quien merece por su naturaleza. Por eso que no es injusto encarcelar al delincuente, no castigar al que se ha portado mal o premiar al que lo ha hecho bien. El castigo justamente es ese intento por igualar una falta. Por lo tanto la justicia es dar a cada cual lo suyo, lo que le compete, intentando la igualdad. Pero existen tres bienes que nunca jamás podrán alcanzar la igualdad, en donde nuestras acciones siempre quedarán en deuda, siempre serán inferiores al objeto de la justicia. Estos bienes son: Dios, de donde nos viene la existencia, nuestros padres, de donde viene nuestra vida, y nuestra Patria, de donde viene nuestra identidad,  nuestra cultura, y donde concretamente amamos a Dios y a nuestros padres: los amamos en un lugar en concreto.

El patriotismo, como toda virtud se practica. Hay que repetirla hasta poseerla plenamente  una vez alcanzada, siempre podrá perfeccionarse.

Toda virtud tiene sus vicios cuando deja de ser virtud. Y deja de serlo por exceso o por defecto.

 

El exceso

El exceso de amor por la patria, termina siendo un amor por la tierra más que por todo lo que en ella existe, y se conoce como nacionalismo. El nacionalismo es un vicio del patriotismo, que convierte artificialmente en enemigos a todos los que no nacen en nuestra tierra. Siendo que a nadie lo convierte en enemigo el simple hecho de no nacer en nuestra patria. El nacionalismo no es un amor por la patria, es un amor por el territorio de la patria, una obsesión ciega.

 

El defecto:

El defecto del patriotismo es lo que más se da hoy en día, posiblemente  a causa de una reacción contraria a los nacionalismos del último siglo. Se trata  del internacionalismo que consiste en amar todas las tierras por igual a tal punto que se termina detestando la propia por una comparación obsesiva y viciosa. Es defecto porque es también un defecto de amor por nuestra tierra. Jamás podrán ser iguales todas las patrias. El ser humano no es “ciudadano del mundo”, habita, por ser un ser espiritual con cuerpo, en un lugar en concreto, que, por justicia, debe amarlo con predilección a los demás.

 

Por todo lo anterior, el patriotismo no es un mero sentimientalismo, que es tan frecuente cuando llega septiembre, cuando hay un partido de fútbol, etc., es mucho más que un simple sentimentalismo, es una convicción, estoy convencido de amar la tierra que me ha dado Dios, la tierra donde nacieron mis padres, y en la que mis padres han desarrollado sus vidas, han luchado por ella, con su trabajo y con sus fuerzas. El patriotismo no es algo horizontal sino vertical es un amor reverencial. Es el reconocimiento de la autoridad. La autoridad que viene de Dios, pasa por mis padres y termina en las autoridades, los héroes patrios, el pasado, la cultura y todo en lo que consiste la Patria.

El ser patriota consiste en reconocer la paternidad completa de cada ser humano y en orden a los bienes que hemos recibido: La Paternidad de Dios, de quien recibimos todos los bienes, la de mis padres y la de mi patria.

Toda patria tiene un cuerpo y un alma. El cuerpo es el territorio y el alma su cultura, compuesta del idioma, la religión, la moralidad, un pasado común y un destino común. Por eso hay que decirlo en honor a la verdad, y ahora, en el mes de la Patria, es sano reflexionar sobre ello: nuestra patria está enferma en su alma, y depende de nosotros devolverle su salud.

Nuestro idioma es desconocido para muchos, especialmente muchos jóvenes. La moral está quedando en el olvido dando paso a ideas extrañas a las que fundaron esta patria y a la que defendieron nuestros padres.  Cada día se les reconoce menos el mérito heroico a todos los que han construido y defendido nuestra patria a través de los siglos, hemos llegado incluso a mirar como héroes a los que en verdad son enemigos de la patria y como enemigos a los verdaderos héroes. Por último, la religión que fundó ésta patria está siendo atacada directamente, con mucho odio. Una patria que comienza a pensar en dar muerte a los futuros ciudadanos porque no son deseados es una patria enferma.

Cuan equivocado estaba el filosofo francés Juan Jacobo Rosseau al decir que la patria es un “contrato social”. La Patria es algo recibido. Es un don, un regalo, una herencia del mismo Dios, de nuestros antepasados y puntualmente de nuestros padres. No lo hemos pedido, es el regalo de nuestro nacimiento. ¿Qué haremos con él? guardarlo, esconderlo, cambiarlo, romperlo o amarlo y defenderlo conocerlo en sus raíces más profundas?

Mientras más profundas sean las raíces más firme es el árbol y mas alimento encontrara para sobrevivir.

La patria es el mayor bien, es el Bien Común más grande que podamos alcanzar en esta vida. La participación de la vida eterna comienza para el cristiano en esta vida, en la tierra que le ha dado Dios. Por eso que el buen católico es el buen ciudadano

Por eso los enemigos de la Iglesia que día a día llevan a cabo la revolución anticristiana pretenden borrar el patriotismo. Es acá donde podemos encaminarnos  hacia el Cielo. El Bien Común político es el bien de cada uno y al mismo tiempo el bien que nos corresponde a todos defender y acrecentar.

La educación es fundamental en esta tarea porque ahí se trasmite directamente la chilenidad aquello que hace Chile a Chile: su religión, su cultura su lengua su moral en definitiva su traición. Rota esta tradición se va enfermando la patria, depende de todos nosotros restituirle su salud.