El homo videns y la política

Matías Petersen | Sección: Política, Sociedad

Qué tienen en común Patricio Laguna y Jordi Castell? Son queridos por muchos chilenos y ocupan un lugar central en la conversación diaria de muchas familias. ¿Popularidad? Altísima. ¿Cercanía con la gente? Total.

En la otra vereda tenemos a los partidos políticos, que tienen uno de los porcentajes más bajos de confianza ciudadana. Según la Encuesta CEP (abril, 2012), sólo un 14% de la población aprueba el trabajo de la Concertación. La Alianza, a su vez, sólo alcanza el 18% de aprobación. ¿Qué estrategia están utilizando los partidos para mejorar su imagen frente a una ciudadanía molesta e impaciente? Muy sencillo, buscar rostros como Laguna y Castell para tratar de “vestirse” con ellos y cubrir su propio desprestigio.

A la luz de esto, cabe preguntarse por rol de los rostros televisivos en política. En su ensayo Homo Videns, La Sociedad Teledirigida, Giovanni Sartori analiza el fenómeno y señala que uno de los peligros que enfrenta la sociedad democrática es la primacía del homo videns en la vida pública. En su crítica a la videopolítica, Sartori sugiere que la TV presenta una visión limitada y eminentemente sensible de la realidad. En este esquema, lo relevante en política pasa a ser la imagen. Por lo demás, esta forma de entender la política es contraria a sus fines, si se la concibe como una actividad guiada por la razón. Así entendida, la política es el espacio de la discusión racional sobre lo que es bueno para nuestra sociedad. Este espacio corre el peligro de ser “capturado” por la televisión y, consecuentemente, por la primacía de la imagen, lo que puede tender a configurar totalmente la vida social a la luz de los ideales de la farándula.

De lo anterior se infieren dos problemas importantes que nos debieran llamar a la reflexión. La primera: ¿Qué estamos privilegiando como sociedad? ¿La imagen o las ideas? Por ejemplo: ¿nos conmueve más una mujer llorando y marchando por su derecho a abortar, o nos convence el solo hecho de que un feto es un ser humano, aunque no llore ni marche por sus derechos? ¿Necesitamos “ver para creer”, o nos pueden convencer racionalmente acerca de qué es lo bueno para nuestra sociedad? Esto es importante para cualquier discusión política, considerando la naturaleza moral de muchos problemas sociales.

Segundo problema: si, como hemos tenido ocasión de presenciar en los últimos meses, la política chilena está falta de racionalidad, y si lo que se requiere es diálogo y discusión seria, ¿en qué medida la inclusión de ciertos rostros de la farándula nos puede ayudar a mejorar? No se puede negar que hay ejemplos de políticos connotados cuya carrera inicial fue la televisión o el cine. Tampoco se trata de negar los bienes que puede aportar la TV a una sociedad. Menos aun se puede juzgar a priori el potencial político de los rostros inscritos hace una semana por los distintos partidos políticos.

En otras palabras, no se trata de negar que Patricio Laguna o Jordi Castell, y varios más, puedan ser los próximos Ronald Reagan de la política chilena. Lo que los chilenos necesitamos es que sus candidaturas se basen en propuestas racionales, y en una visión clara y explícita del hombre y la sociedad. Esperamos que la estrategia de los partidos políticos de incluir rostros televisivos en sus filas tenga como fin principal el fomento de la discusión inteligente, y que no sea otra forma de controlar la discusión política instrumentalizando a ciertas figuras de la farándula local.

 

 

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por La Segunda.