Uno de los defensores de la eliminación del IVA en los libros afirma que mientras éste siga existiendo, es lícito robarlos: “tengo escrita una especie de receta de cómo robarse un libro porque es lícito hacerlo mientras sean tan caros”. No es una mera declaración de “buenas intenciones”, pues afirma ya haber robado varios. Distintas cosas se le vienen a uno a la mente al leer eso. En primer lugar, que parece haber personas cuya filosofía de vida se resume en algo como lo siguiente: “si no puedo obtener algo que quiero, están siendo violentados mis derechos; es moral cualquier rebelión contra esa injusticia”. De hecho, sospecho que no estamos ante un intento por promover la cultura, sino sólo ante otro capítulo de la “hipertrofia de derechos”.

Pero salta también a la vista otro de los elementos silenciados por la discusión: si el autor de la frase antes citada ha leído algún libro, claramente no le ha hecho mayor bien. Y eso es así precisamente porque no todos los libros hacen bien. La propuesta de eliminar el IVA descansa sobre le supuesto de que Tom Clancy y Shakespeare merecen el mismo incentivo, que habremos hecho el mismo avance cultural si logramos que se lea Metafísica de Aristóteles que si logramos que se lea la Metafísica 4 en 1 de Conny Méndez. Hay libros malos. Reconocer eso no tiene por qué llevarnos a la censura, pero sí debe llevarnos a reconocer que no hay por qué promoverlos. Si se reconoce eso, hay que promover la lectura con medidas algo más creativas que la eliminación del IVA.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente en el Blog del autor, http://manfredsvensson.blogspot.com.