Un debate de sordos

Matías Petersen | Sección: Política

Se encuentran suspendidas las conversaciones entre el Gobierno y la oposición. A ratos, la discusión se asemeja a un diálogo entre dos niños que se recriminan mutuamente ante sus padres, por ejemplo, respecto de quién tiene la culpa de haber roto el televisor: acusaciones cruzadas de culpabilidad y silencio acerca de los hechos concretos que llevaron a la tragedia.

Para los clásicos, un verdadero diálogo consistía en una instancia caracterizada por un rasgo común en todos los participantes: la búsqueda de la verdad y, en el plano político, el bien común de la sociedad. ¿Tienen esto presente el Gobierno y la Concertación? Desconocemos sus intenciones, pero, a juzgar por las obras, parece difícil responder afirmativamente.

A juicio de algunos en la Concertación, el Gobierno quiere eludir un tema fundamental dentro de las reformas políticas que Chile necesitaría, a saber, la modificación del sistema binominal. Pese a que en RN habría partidarios de sumarse a la idea, la UDI estaría imponiendo un veto, con la venia del Gobierno. Por ello, el presidente del Senado ha señalado que “la Concertación propuso dialogar, (pero) el Gobierno lo ha rechazado”.

Por su parte, el Ejecutivo cree que son los líderes de la Concertación quienes no se ponen de acuerdo entre sí. En primer lugar, al desautorizar las gestiones del titular del Senado y, luego, condicionando el diálogo a la modificación del binominal. Esta es la razón por la que el ministro Chadwick ha pedido a los “principales dirigentes de la Concertación que ellos pudiesen recordar las actitudes que tuvimos en la Alianza con todos los Presidentes de la Concertación”.

Ambos actores se reprochan mutuamente su incapacidad de diálogo. Obviamente ambos creen tener la razón y, además, creen saber qué es lo más urgente para Chile. Pero la discusión no es racional, pues parece totalmente subordinada, en los hechos, al “amarre” preestablecido con los respectivos partidos y no a las razones que justifican una u otra postura.

Esta discusión es una manifestación más del abuso actual del sistema de partidos que, a su vez, explica parte del descontento existente respecto de nuestra clase política. Mientras la Concertación obtuvo la mayoría en las votaciones, sus líderes, salvo algunas declaraciones retóricas, no estuvieron realmente dispuestos a cambiar el sistema binominal, ya que les permitía administrar el poder político. Ahora que pareciera perjudicarlos, por la dificultad de construir alianzas, lo consideran una condición indispensable para llegar a acuerdo con el Gobierno en otras materias.

Por su parte, entre los partidarios del Gobierno, y especialmente en la UDI, no parece haber razones de “principio” para defender el sistema vigente. Más bien, parece ser que éste entrega algunas ventajas temporales que no sería estratégico perder en este momento.

La discusión racional sobre lo que necesita Chile se debe llevar a cabo en el Congreso. Nuestra Constitución Política establece que es allí donde deben discutirse, racionalmente, las diversas iniciativas legislativas. Pero esto, con frecuencia, no ocurre. El diálogo, cuando lo hay, es realmente entre partidos, y es preocupante constatar cómo éstos prefieren tener discusiones al margen de la institucionalidad, propiciando acuerdos en temas generales que muchas veces significan un descuido o un apresuramiento al momento de tratar en particular cada iniciativa legislativa.

En este escenario, no hay búsqueda de la verdad ni bien común posible.

 

 

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por La Segunda.