La hoguera de las vanidades

Francisca Larraín | Sección: Sociedad

Así, como en la novela de Tom Wolfe, el exitismo ha emborrachado a los ejecutivos de la tv. Son más importantes el rating y el ranking semanal que el contenido que proponen, la coherencia con sus propias definiciones editoriales y la fidelidad de la misión, si es que la tienen. Y así, como en el libro, este desfile de millones, de luces, de glamour, de belleza es sólo el preámbulo del fracaso que implica enfrentarnos a nuestras propias miserias, como cada día los televidentes debemos enfrentarnos a la pantalla y resignarnos, salvo excepciones notables (notables más por lo valientes y raras que por su mérito mismo), a la embriaguez fatua de los directores ejecutivos y sus gerentes de programación.

No soy de las que creen ni en la televisión cultural ni sueño con la BBC ni con TVE (ya me molesta bastante el acento de Amaro Gómez en el noticiero central del canal nacional como para importar más soluciones europeas) pero si espero más respeto y mejor trato de quienes deciden por todos nosotros qué veremos, y que hagan el trabajo para el cual se les paga millones y nos ofrezcan el resultado de un esfuerzo honesto y no sea sólo el ejercicio flojo de proponernos talkshows comprados de oferta en alguna feria.

Y es que todos los canales sufren de esta enfermedad. Es cierto que algunos sólo están contagiados levemente y se salvaran, pero hay otros que dan señales de lo terminal del cuadro y de una muerte inminente (bueno, aunque la analogía se refiera solamente a la defunción de los ejecutivos en sus cargos, donde la verdadera viuda será la ejecutiva de cuentas del banco… pobre ella).

Canal 13 sufre de “realitis”. El cuadro es serio. Cortázar esta convencido que el rating que su Mundos Opuestos le deja es suficiente para armar el canal. Ingenuo en su análisis no ve que la crisis de prensa le hace más daño al 13 que todo el éxito de MO. Además, a medida que se acerca el fin del reality, vemos como el canal comienza con los estertores propios del adicto que necesita “uno más”. Sin Mundos Opuestos el canal vuelve a una normalidad que le garantiza navegar en el tercer lugar del ranking de canales y la vanidad de sus accionistas y ejecutivos no puede tolerar eso. Pero nada han hecho para no llegar a este inevitable lugar.

El caso de CHV es más dramático aún. Del primer al cuarto lugar en menos de dos meses. Con ejecutivos saltando por la borda y nadando a otros canales antes que el barco se hunda del todo. Sin propuestas televisivas, sin programas. Con un ambiente interno más propio de un funeral. Con una dirección ejecutiva cansada y sola, y una gerencia de contenidos y programación que ya ni respeta ni habla con su jefe y que sólo se prepara para asumir su lugar. Aquí el pecado es la vanidad que parió, dando luz a soberbia, enajenación y a soledad. CHV fue una promesa inconclusa, fue un cometa. Hoy sabemos que su luz brilló más por la ausencia de luz de los otros canales que por sus méritos propios. Si canales como el 13 y La Red no hubieran desaparecido por años, CHV no habría llegado a ser lo que fue. Hoy que esos canales vuelven a calentarse, CHV se opaca en la misma medida. Así es esta constelación de estrellas de juguete. Todo esto sin hacer referencia al cuadro judicial que enfrenta el canal de Turner. Porque a la grosera indemnización que los condenó la justicia en el caso Calvo, pronto se sumarán fallos en el caso Dra. Cordero e Inés Pérez. CHV logró sumar enemigos y hacer de tribunales su segunda oficina. Tampoco hablemos de la tirante relación con el CNTV, quienes le han aplicado las multas más grandes. CHV responde llevándolos a la Contraloría y a la Corte de Apelaciones. Así resuelven en CHV sus diferencias. Un cuadro de bullying sin sentido. ¿Más problemas? La cortada relación con la Universidad de Chile, titular de las frecuencias que el canal explota y quienes, según se ha escuchado, pretenden recuperar sus concesiones antes que esta ola de juicios contra CHV los deje sin nada.

Mega esta en la UTI. Y, lo reconozco, es el canal que motiva estas líneas. Cómo se puede tirar tanto por la borda en tan poco tiempo. Cómo se pueden manifestar las inseguridades y los miedos en la pantalla, como esperando que seamos las audiencias quienes les hagamos la terapia para que sus ejecutivos salgan adelante. Ya se ha dicho mucho de por qué no Laura y su talkshow del pasado más negro. Porqué no Dra. Polo en doble jornada y menos en su versión más dura. También por qué no Maldita, la novela que recrea de forma burda crímenes horribles del pasado reciente. Esta es la tripleta perfecta del mal gusto, la ordinariez y el desprecio por las audiencias. El mensaje es claro: haremos cualquier cosa por subir un punto, desplazar en el ranking  a CHV para que ellos sean el cuarto avergonzado y para que los nuevos dueños estén tranquilos y confíen en que nosotros somos los ejecutivos correctos para llevar este canal adelante. Todo lo anterior es una comedia italiana de errores que no siempre nos produce una sonrisa, sino muchas veces más lagrimas de las que buscábamos. Casos como este nos hacen pensar que aquí es necesario que el CNTV opere. Y cuando el enfermo requiere que el doctor venga desde la autoridad reguladora, el caso es terminal.

TVN anda mejor. Mejor porque el rating de su novela de las 20 horas le movió la aguja del ranking de canales, no porque hayan encontrado el camino ni porque estén siendo fieles a una misión. Pero hay señales de mejora. La incorporación de Eduardo Cabezas (ex CHV) a la gerencia de producción puede ser la señal de que alguien ha entendido que la televisión se hace con profesionales de la industria, y que TVN no es el lugar para educar a ejecutivos recién llegados. Si su arribo es también el anuncio de las salidas de Bravo y Valdés, entonces TVN habrá roto la fiebre e irá camino a la mejora que, en términos de las vanidades mencionadas, tal vez lo vuelva al primer lugar del ranking.

Finalmente La Red. Aquí hay muchas mejoras. Una mañana que siendo distinta compite de igual a igual con el resto, y que las audiencias están empezando a preferir por sobre otras más tradicionales. Noticias-noticias sin aderezos más que el oficio de Guillier y el encanto de Beatriz Sánchez, la gran sorpresa periodística de la TV. Aquí hay algo que merece la pena ser mirado con detención. Hay una propuesta propia, sin miedos ni ansiedades, y eso es raro en tv. Y el prime con Mentiras Verdaderas (independientemente si lo conduce Fuentes o Gutiérrez), el único espacio de calma en la tv abierta, donde se puede respirar y no jadear, donde se pregunta para escuchar una respuesta y donde, desde nuestras camas ya tarde en la noche, percibimos una mirada del país que somos, nos guste o no, y que a veces, nos muestra el país que podríamos ser, y eso se le agradece a La Red. El canal tiene deudas. Su franja de novelas de la tarde no es un aporte y sus fines de semana son tierra de nadie salvo por los domingos en la mañana donde hacen otra apuesta freak pero que da resultados. La Red sufre de una enfermedad distinta a los otros. No pareciera ser la vanidad sino la carencia de recursos la que les impide ofrecer más. Pero con todas estas limitaciones consideradas ofrecen más en el prime que el resto de sus primos ricos.

La borrachera pasará, los televidentes exigiremos más y ahí sabremos quiénes de los ejecutivos de los canales se salvan de la actual tragedia. Yo ya he puesto mis fichas en algunos y les he tirado la cadena a varios. Haga usted lo mismo, comprométase con nuestra tv. Será malita, pero es nuestra y no tenemos otra.