Aylwin y la verdad histórica
Álvaro Góngora E. | Sección: Historia, Política, Sociedad
¿Qué ha declarado el ex Presidente Aylwin a un periódico español sobre el ex Presidente Salvador Allende que ha generado tanto escándalo y ofuscación a miembros del Partido Socialista? El foco de su opinión es: que Allende no fue buen político; que se convirtió en rehén de los partidos de izquierda; que cayó en sus propias debilidades y las de su gente. Ofuscarse por esto es no reconocer hechos históricos.
Se sabe que la Unidad Popular fue una multipartidaria dividida desde el inicio, pues los partidos que la integraban no compartían el mismo planteamiento ideológico ni estrategias en cuanto a cómo alcanzar el gran objetivo del Estado socialista. Unos -principalmente el PC- argumentaban hacerlo gradualmente, «avanzar consolidando»; otros -fundamentalmente el MIR, desde fuera, y el PS desde dentro de la UP- proponían conquistarlo mediante la lucha armada, «consolidar avanzando». Esto, Salvador Allende lo supo siempre y fue ambiguo frente a las dos tendencias. Afirmó, mientras tanto, ser un demócrata y que su programa sería implementado por la «vía pacífica», respetando la institucionalidad vigente. ¿Qué ocurrió?
¿Se impuso Allende a la Unidad Popular? ¿Se desprendió de aquellos que contradecían su postura y estrategia? No. Fue sobrepasado por los grupos más revolucionarios y se dejó llevar hasta que fue imposible enmendar. ¿Cómo calificar esa conducta política? No parece haber sido un auténtico líder de su multipartidaria ni de su gobierno.
En febrero de 1972, nada menos que la Comisión Política del PS -integrada mayoritariamente por sectores ultraizquierdistas, “guevaristas”, cuyo secretario general era Carlos Altamirano- sacó una declaración con párrafos del tenor siguiente: “El Estado burgués en Chile no sirve para construir el socialismo y es necesario su destrucción… No lo hemos declarado así en el programa de la Unidad Popular, pero el Partido Socialista no ha desestimado este acierto leninista. Se hacen migajas las ilusiones evolucionistas de los reformistas (léase el PC). No hay posibilidad de transformación total del sistema actual sin quiebre, sin salto cualitativo, sin destrucción de la actual constitucionalidad; en última instancia, será el enfrentamiento violento el que decidirá quién es el vencedor”.
Estas palabras avalan claramente lo señalado por el ex Presidente Aylwin. No dijo nada que no fuera cierto y que no se sepa. Esto es lo central de su testimonio, y esto es lo que más les pesa a los socialistas de hoy. Esta es la verdad y se debe asumir, o si no contradecir, pero con fundamentos históricos, no emocionalmente. Hoy cuesta aceptarlo, pero aquellos argumentos se pensaron, se escribieron y vociferaron. Desde fines de los 60 se vivió -vivimos- un ideologismo enfermo mundialmente, que nos alcanzó a todos, al gobierno de la Unidad Popular y a la severa oposición de centroderecha. Y ante los hechos históricos hay una sola actitud que me parece sana: asumir la verdad que ellos contienen. Hay otros puntos en la declaración de Aylwin sobre los cuales también hay información relevante, pero esta carta ya resulta demasiado larga.
Nota: Esta carta fue publicado originalmente por El Mercurio de Santiago.




