Para discutir sobre el aborto

Manfred Svensson | Sección: Sociedad, Vida

Para discutir sobre el aborto considero necesario:

a) Evitar slogans. En la medida de lo posible, palabras como “conservador”, “liberal”, “progresista”, “pro-vida”, debemos evitarlas: sirven para sumar gente a buenas o malas causas, pero pueden llevar también a descuidar puntos sutiles y a crear un ambiente de “buenos” y “malos”, obstaculizando así la búsqueda en común del bien.

b) Evitar sentimentalismo. El aborto es terrible. También son muchas las cosas terribles y dolorosas que puede vivir alguien por no haber practicado un aborto. Nuestra tarea no es poner las dos cosas en la balanza y preguntarnos qué situación nos conmueve más. Ciertamente, ¡ay de nosotros si alguna de ellas no nos conmueve! Pero nuestro actuar y pensar debe estar regido por algo más que eso. Si en lugar de eso se educa una generación acostumbrada a jamás aceptar nada que tenga por consecuencia alguna cuota de dolor, a tal generación la podrán convencer de cualquier cosa.

c) Dejar de lado el lenguaje de “derechos”. No creo que estemos ante un dilema entre “derecho a la vida” y “derecho a la libertad”. Creo que no existe nada –ni vida ni libertad- a lo que yo tenga “derecho”, sino que debo como cristiano esforzarme por repensar este tema desde la conciencia de que tanto la vida como la libertad son regalos que he recibido, no derechos que puedo reclamar. Debo esforzarme por restructurar la discusión sobre el aborto desde esa conciencia. La idea de un derecho a la libertad respecto del propio cuerpo no sólo omite que en este caso haya otra vida dentro del cuerpo de la mujer, sino que socava también la relación entre hombres y mujeres.

d) Dejar de lado el “qué dirán”. Éste no tiene por qué estar mal motivado: nos interesa dar un buen testimonio, poder ser testigos fieles del amor de Dios, que el mundo vea en nosotros reflejada la compasión de Dios. Es natural que en tales condiciones nos preguntemos si acaso el oponernos a una flexibilización de la ley pueda ser visto como “poco compasivo”. La preocupación es correcta, pero debe ir acompañada de conciencia de que en algunas ocasiones podemos estar obligados a un actuar que será malinterpretado. No puedo expresarlo mejor que con palabras de Bonhoeffer: “Habrá simplemente que exponerse a la interpretación errónea según la cual sólo actuamos por interés propio, exponernos a la barata sospecha de tener una actitud antisocial. […] Quien aquí se vuelve débil o inseguro no ha comprendido qué es lo que está en juego”.

e) No “bypassear” al feto. Las preguntas de la discusión, que muchas veces son legítimas, deben ser planteadas de modo que el feto esté incluido en el debate. Su estatuto -qué clase de ser es- es el punto angular de toda la discusión, y tiene que seguir siéndolo. Si no es ese especial tipo de ser que llamamos ser humano, podemos ahorrarnos toneladas de argumentos y conflictos. Pero si lo es, puede ser lícito dejar que el mundo entero se hunda antes que directamente tomar su vida. Fiat iustitia, et pereat mundus.

f) Evitar el “lenguaje terapéutico”. Si por algún motivo, aunque sea invocando la compasión, se considera lícito dar muerte a otro ser humano, esto debe ser dicho abiertamente, con palabras francas. Si se considera lícito hacerlo en una etapa temprana del desarrollo humano, debemos preguntar por qué no sería lícito hacerlo tras el parto. Se puede y debe ayudar a la gente a ser coherente. “No puedo convencer a nadie, no puedo obligar a nadie; pero sí puedo obligar a otros a darse cuenta, a tomar conciencia” (Kierkegaard).

g) Distinguir planos y huir de la soberbia. Si concluyo que el aborto directo siempre es no sólo un delito sino un acto moralmente gravísimo, tengo que seguir siendo capaz de acoger, comprender y amar a una mujer que se haya practicado un aborto. Tengo que aprender a mirar a todos como superiores a mí (Filipenses 2:3).

Creo que, por difícil que sea, es posible compatibilizar los puntos precedentes. Si releo lo que he escrito tiempo atrás sobre el aborto, debo confesar que no siempre he cumplido con estas básicas normas de discusión. Pero por si a alguien le sirve, están los links en el anterior posteo de este blog.

 

 

 

Nota: Este artículo fue publicado originalmente en el blog del autor, http://manfredsvensson.blogspot.com.