La Educación por sí misma no es suficiente
Mons. Charles J. Chaput | Sección: Educación, Sociedad
A menudo se ha dicho que la “respuesta” a la mayor parte de los problemas es la “educación.” Pero es obvio que un alto nivel de educación en un sentido general… a menudo fue incapaz de proteger a las mentes del siglo XX de las aberraciones homicidas o suicidas. Frecuentemente, estas fueron generadas por hombres de alto nivel educacional. Y muy seguido, fue en las universidades e instituciones de educación superior donde primero dieron fruto las malas semillas.
— Robert Conquest, “Reflections on a Ravaged Century”
A comienzos de este mes tuve la oportunidad de caminar por la Plaza Roja y visitar el museo del Kremlin en Moscú. Fue una experiencia notable. Yo nací y crecí en una era dominada por la Guerra Fría. Todo un siglo fue definido por acontecimientos que ocurrieron en la Plaza Roja o en sus alrededores. El peso de la historia está en todas partes en la ciudad, especialmente en este año de 2007, que marca el 90º aniversario de la Revolución Rusa de Febrero, que forzó la abdicación del Zar Nicolás II, y la Revolución de Octubre, que llevó a Lenin y los bolcheviques al poder.
El resto del Siglo XX vio el auge del comunismo, el nacional socialismo, el fascismo, Mao, Pol Pot, y un sufrimiento en una escala que no tiene paralelo en la experiencia humana.
Mirando desde la comodidad de la vida norteamericana de hoy día, es difícil creer que alguien haya podido tragarse el extremismo del pensamiento soviético o nazi. Pero grandes cantidades de personas lo hicieron, incluyendo muchos académicos, intelectuales, artistas y escritores del occidente democrático.
En realidad, como señaló en historiador Robert Conquest, fue a menudo la gente más educada la que se enamoró de las ideas radicales y pasó por alto su costo real en vidas humanas. Para Conquest, la historia muestra que la búsqueda de conocimiento no es garantía de humanidad, y que un Doctorado o una novela muy vendida no vacunan contra la barbarie. El reportero del New York Times, Walter Duranty, hizo carrera encubriendo los crímenes soviéticos. El poeta Ezra Pound fue un feroz antisemita. Ninguno de ellos carecía de inteligencia o talento, sino todo lo contrario.
Aquí la lección es clara. Los católicos tienen una gran tradición de apreciar y promover la educación. De hecho, fue la Iglesia la que, hace muchos siglos, primero creó la idea de “universidad.” Profundizar nuestro conocimiento del mundo y desarrollar nuestro intelecto son cosas buenas que pertenecen a la naturaleza que Dios nos dio cuando nos hizo seres humanos. Tenemos un deber de desarrollar nuestra inteligencia y nuestras habilidades tan plenamente como podamos. Pero los hechos sin un propósito, sin un marco moral para entender su significado no tienen ningún valor. El punto de una educación real no es sólo la transmisión de datos, sino la formación de la mente, el corazón y la conciencia a la luz de la verdad. El conocimiento que no está guiado por la sabiduría, la humildad, la caridad y la prudencia no es una herramienta, es un arma.
Si el siglo XX nos enseñó algo, es que la “educación no es suficiente”. Lo que hace humano el conocimiento es la conciencia y propósito que le demos. Esa es la razón de que la educación católica sea tan constantemente importante.
Nota: Este artículo corresponde a un extracto de la columna del 29 de agosto de 2007, The Denver Catholic Register.




