Chile y Bolivia: la historia

El Mercurio de Santiago | Sección: Historia, Política

Evo Morales ha afirmado que fue la “oligarquía chilena” la que llevó a cabo la guerra que al final le significó a Bolivia la pérdida de acceso soberano al mar. Parece ser un intento más de utilizar el pasado como herramienta de las luchas políticas del presente, en Bolivia y en Chile. Esto anuncia una escalada, por lo que es bueno recordar algunos eslabones esenciales de los hechos en el siglo XIX.

Antes de 1879, Chile no pretendió ni un ápice de territorio boliviano (o peruano). La guerra contrala Confederaciónen 1836 fue parte de la trágica saga de la lucha entre caudillos que siguió a la independencia. La obsesión de poder de Santa Cruz proyectó su amenaza sobre Chile, forzando la reacción de Portales. Chile fue apoyado en su empresa por líderes peruanos, y las tropas chilenas se retiraron inmediatamente tras la batalla de Yungay en1839. Apesar de cierta hostilidad del ambiente limeño contra lo que había sido su dependencia,la Capitanía Generalde Chile, que de hecho había terminado décadas antes de 1810, Chile no dudó en hacer causa común con los países del Pacífico, ante la guerra que principalmente Perú tuvo con España en 1865 y 1866. Chile recibió la peor parte. Ello dejó no solamente un mal gusto en Santiago, sino que avivó la desconfianza entre las partes, que como se sabe es el mayor semillero de conflictos. Y también se planteó el tema de la fijación exacta de las fronteras entre Chile y Bolivia, que nadie tenía claro.

Santiago yLa Pazfirmaron dos tratados en 1866 y 1874, alterados de manera unilateral por los gobiernos bolivianos. A la rivalidad entre estados que se estaba dando en el Cono Sur –eran los años de la terrible guerra de Paraguay contra Brasil, Argentina y Uruguay–, se sucedió un tema endémico en nuestra América, la inestabilidad política, por la que Chile y Brasil estaban afectados en mucho menor medida, pero que azotaba a Perú y sobre todo a Bolivia.

Lo más fundamental, había una práctica y una mentalidad de balance de poder y rivalidad en las relaciones internacionales, que en la segunda mitad del siglo XIX reproducían de manera muy directa la lógica que predominaba en un mundo ya unificado en esos momentos. Perú y Bolivia comenzaron a actuar de consuno, y desde 1873 se vincularon por un pacto dirigido expresamente contra Chile. Aunque no era conocido en términos públicos, los hechos hacían sospechar su existencia.

En un momento dado, y debido a las tensiones en las relaciones con Argentina por la fijación de los límites hasta el Cabo de Hornos, Buenos Aires jugó con la idea de adherir a ese pacto. En Chile se acentuó el temor deLa Moneday especialmente de la opinión pública, más enardecida que el Gobierno, en ocasiones acusando de debilidad al Presidente Aníbal Pinto. Lo que precipitó las cosas fue la violación del Tratado de 1874 por parte del gobierno boliviano, que además afectó intereses chilenos, y en nuestro país se lo vio, no sin razón, como un acto de hostilidad.

¿Por qué no se produjo la misma confrontación con Argentina en la segunda mitad del XIX? Este país estaba ya provisto de continuidad institucional, y era posible desarrollar un patrón de negociaciones –en medio de no pequeñas tensiones–, lo que se repetiría varias veces en las décadas siguientes y nuevamente en la segunda mitad del siglo XX.

No fue el caso de las relaciones con Perú y Bolivia, que desembocaron enla Guerradel Pacífico.

Tras firmar Chile y Perú el Tratado de Ancón en 1883 entre ambos, Bolivia aceptó el año siguiente el llamado Pacto de Tregua, quedando pendientes las cuestiones territoriales. Tras largas negociaciones y vaivenes, el acuerdo se alcanzó en definitiva en el Tratado de 1904. Bolivia admitió la pérdida del litoral marítimo, que Chile le había reconocido en los tratados de 1866 y 1874.

No se debe olvidar que en el siglo XIX la cuestión del acceso al mar para Bolivia, en lo básico, consistía en asegurarse un puerto, para no quedar bloqueada en su intercambio externo. De ahí que tras muchas negociaciones y tentativas, con el Tratado de 1904, ello quedaba zanjado. Chile se comprometía en un tratado internacional a garantizar el libre tránsito de personas y bienes a través de sus puertos, desarrollando además la infraestructura adecuada. Desde entonces y hasta este mismo año, Chile sigue destinando ingentes recursos a la rehabilitación del ferrocarril y de la vía caminera.

En definitiva, en las actuales condiciones Bolivia no permanece bloqueada en potencial de interrelación debido a ese tratado o a actos de parte de Chile. ¿A qué se debe la insatisfacción boliviana? A que en el curso del siglo XX fue creciendo más y más en su población la idea de que no se trataba sólo de un puerto, sino de tener mar. Esto llegó a ser una percepción que identifica a Bolivia como nación y que, por cierto, poco tiene que ver con lo que se pensó al firmar el tratado.

Bolivia no puede ser bloqueada, sencillamente porque Chile no podría desconocer ese tratado. Eso iría contra principios básicos del derecho internacional y contra la doctrina internacional de Chile, que nació en la segunda mitad del siglo XIX y que con las décadas llegó a definir la política exterior chilena: el respeto a los tratados. Es la orientación que permitió mantener la paz en el siglo XX, a pesar de algunas graves tensiones que ocurrieron. Toda idea de alcanzar un nuevo acuerdo con algún gobierno boliviano que borre en definitiva una tensión subyacente –ya sea promover integración, facilidades mayores de tránsito o un entendimiento en la dirección de Charaña (intercambio de territorio)– deberá partir de la base ineludible del respeto irrestricto a los tratados vigentes. Si el mundo pretendiera sin más resarcirse de lo acordado en el siglo XIX, todas las naciones estallarían en mil pedazos, y el siglo XXI sería invivible.

 

 

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio de Santiago.