El líder que falta

Gonzalo Rojas Sánchez | Sección: Política, Sociedad

Debe tener entre 40 y 50 años.

Su formación debe incluir estudios humanísticos serios en Filosofía, Historia y Literatura.

¿Un doctorado?

No, simplemente las letras que lo habiliten para expresarse bien y para contar historias razonables e imaginativas. Porque, al hablar, se le debe exigir que module, que conozca las partes de la oración, que use la sintaxis castellana y que utilice bien los adjetivos… los que dan vida o matan.

Por cierto, debe suprimir los garabatos de su léxico.

Y el sentido histórico que le facilite el conocimiento de los errores de siempre y de las mejores soluciones, pero sobre todo, la sintonía con los grandes de la Historia nacional, con Manuel Montt, Manuel José Yrarrázaval y Jaime Guzmán, por ejemplo.

Y en el fondo, la antropología filosófica que le permita distinguir  –gran cosa es hoy– entre personas y cosas, entre alguien y algo. Y desde esa elemental base, proponer soluciones humanas, simplemente humanas.

Algo de Economía y de tecnología, pero en dosis moderadas, también le ayudará.

Si conoce el derecho vigente, mejor; y si se ha movido en el aparato estatal, magnífico; y si ha trabajado en ONGs o en enseñanza, excelente.

Hombre o mujer de familia, de hábitos ordenados en la comida y en la bebida, de sentido deportivo en el esfuerzo por mejorar su virtudes, con defectos evidentes que reconoce y que se esfuerza por superar.

Decidido, recio, cuero de elefante, independiente de las encuestas, dialogante, respetuoso, pero decidido, recio…

Ojalá tenga una moderada simpatía, nada especial, nada que lo lleve a  la farándula.

¿Creyente? Bueno, en realidad, todos los somos. O sea, creyente en la Verdad, que es lo que importa.

¿Inteligencia? Más cerca de la bondad que de la súper-excelencia, porque esta última suele cegar.

Es el líder que hay que encontrar. Como probablemente hoy no existe, hay que comenzar a formarlo, ahora, ya, de entre quienes tienen este 2011 entre 20 y 30 años.

Si conoce a alguien…