Expresar

P. Raúl Hasbún | Sección: Política, Religión, Sociedad

Cuando uno quiere declarar, manifestar, especificar lo que quiere dar a entender a otro, recurre a una expresión. La expresión es un retrato comunicativo de lo que uno piensa o desea. Los pensamientos y deseos reflejan el alma de quien los produce. Dime cómo te expresas y te diré quién eres.

Cuatro son los medios de que puede valerse un ser racional para expresarse: palabra – silencio – acción – pasión. La palabra es el eco y articulación, visible o audible, de un pensamiento invisible. Sólo los seres racionales piensan y hablan. El grado de racionalidad de un ser parlante se manifiesta y mide en la inteligibilidad de sus palabras y en la adecuación de esas palabras a la realidad objetiva. Tus palabras me dicen qué hay en tu mente y cómo es tu corazón.

El silencio es elocuente. Los que se aman conocen y prefieren el lenguaje del silencio. El dolor compasivo, la solidaridad en el gozo, el rechazo a la injusticia y arbitrariedad, la admiración, el anhelo y la esperanza, el repudio a la mentira, la impotencia ante la sinrazón de la violencia encuentran conmovedora expresión en el silencio. Tus silencios me hablan y enseñan de ti tanto o más que tus palabras.

La acción es una palabra traducida en gestos. Si te abrazo te estoy diciendo que te quiero cerca de mí. Si te abofeteo, es que tu rostro me resulta repulsivo. Si te doy mi sangre o uno de mis riñones, es que no concibo mi vida sin la tuya. Si te disparo a matar, es que no acepto coexistir contigo bajo el mismo sol. Te doy la mano para mostrarte que estoy desarmado y vengo en paz. Te encadeno y amordazo, en señal de que te considero un peligro para la sociedad. Por tus acciones discierno y verifico el valor de tus palabras: si son verdaderas o hipócritas.

La pasión es a la acción lo que el silencio es a la palabra. Con mayoritaria frecuencia nada podemos hacer, sólo nos queda padecer. Algunos sufren maldiciendo, destruyendo en su interior lo que no pueden cambiar en los hechos. Otros convierten su dolor en hostia ofrecida para atraer y hacer despuntar la vida. Las personalidades constructoras de historia lo fueron más por cómo padecieron que por lo que hicieron. Dime cómo sufres y te diré quién eres.

Cristo, modelo del Hombre perfecto, fue maestro en la palabra, el silencio, la acción y la pasión. Habló con autoridad y sabiduría: sólo y todo lo que tenía que decir. Guardó silencio ante tribunales inicuos, injurias sangrientas, traiciones atroces. Pasó haciendo el bien, nunca el mal o la omisión del bien. Ofreció su pasión en la lógica del grano de trigo: si no muere, no habrá pan de vida.

Mirado bajo esta luz, lo acontecido este 21 de mayo en las calles y en el Congreso confiere ominoso sentido al axioma: “dime cómo te expresas y te diré quién eres”.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por Revista Humanitas, www.humanitas.cl.