Infierno, purgatorio y cielo

Sebastián Díaz | Sección: Historia, Religión

Este artículo no es teológico (el autor no pretende dar lo que no tiene), sino una simple recomendación literaria acompañada de una explicación. La recomendación, a todos los cristianos y personas realmente informadas, es casi innecesaria, por la magnitud de lo recomendado: lea la “Divina Comedia”, de Dante.

La explicación, o si se quiere el motivo por el cual la recomiendo ahora, es la siguiente:

Debido a las caídas de algunos sacerdotes en graves faltas morales y a la amplia difusión de dichas conductas (difusión que recrudece en estos precisos días), no sólo se habla de una crisis en la Iglesia Católica Romana, sino muchos están comenzando a sugerir que se trata de una institución anquilosada, vieja y desgastada, que debe “renovarse o morir”.

Éstos imaginan dos mil años de oscurantismo, una sociedad cegada por la curia esforzada en esconder toda clase de calamidades de sus miembros a través del secreto y la complicidad. Ven, o pretenden ver, un silencio prácticamente eternizado, del cual la humanidad estaría saliendo hoy. “Como la verdad se está conociendo, la Iglesia será desnudada por fin y caerá, con todo su reinado de mentiras” (y obviamente, mientras más se exponga esa miseria, más rápido y fuerte caerá).

Además se apresuran, muchos de ellos católicos, otros militantes del secularismo, a condenar definitiva y absolutamente a los sacerdotes culpables.

La Comedia parece hablarnos directamente al respecto. Primero, algunas cosas obvias, como la cantidad de sacerdotes, obispos, ¡papas! que están en su infierno y purgatorio, por los motivos más diversos. Anastasio II aparece mencionado, pero es un papa del siglo V. Es más notable el caso de Bonifacio VIII, el papa que reinaba en el momento en que el poeta sitúa la narración, esperado en el lugar destinado a los culpables de simonía.

Muchos notables no eran bien reputados; clérigos y laicos, paganos y cristianos, estaban en infierno o purgatorio. La obra maestra de Dante nos muestra que siempre ha habido pecadores en la jerarquía y que este momento de la Iglesia, no es ni una excepción ni mucho menos.

Por otro lado, Dante compara la vida del hombre como un camino, que incluirá, a veces, perderse en una “selva oscura” de las que no podemos salir solos. El peor de los sufrimientos del hombre, la peor oscuridad, es el pecado. Y eso fue así desde Adán y Eva.

Pero lo principal es otra cosa. La comedia nos recuerda la visión escatológica cristiana: después del fin de la vida hay una justicia suprema. Hay castigo eterno contra quienes violan la naturaleza (y no se arrepienten) y cielo para los santos.

Pero quizás lo principal, o al menos lo que más hemos perdido de vista en la actualidad y que el poeta florentino muestra muy claramente, es que, por obra de la misericordia y redención divina, hay un purgatorio, camino lento y seguro al cielo que cursan pecadores arrepentidos. Es necesaria una purificación para aquellos que murieron en amistad de Dios, pero no pueden irse directamente al cielo

La Comedia nos recuerda dos cosas: por un lado no mandar al infierno a los que caen, porque hay Juez para eso y porque, si están vivos, se pueden arrepentir; y nos enseña que la Iglesia siempre ha estado en crisis y ha sobrevivido, desarrollándose, pero no transformándose en otra cosa. Nos recuerda, en este mismo sentido, que es ella misma un camino de pecadores, no un club de santos… es más un hospital que un recinto clausurado al que no entran los enfermos para evitar el contagio.

A ver si, acordándonos del purgatorio, empezamos a rezar por la Iglesia, por los pecadores y por los difuntos, antes de realizar juicios finales.

“(…) y cantaré de aquel segundo reino

donde el humano espíritu se purga

y de subir al cielo se hace digno”.

                       Dante Alighieri