El futuro de las sociedades

Max Silva Abbott | Sección: Familia, Sociedad, Vida

Actualmente, muchos viven como auténticas amebas: seres solitarios que devoran todo a su alrededor, lo cual incluye a las personas, que a menudo son utilizadas como cosas.

Así, a ratos daría la impresión que las sociedades fueran una especie de enjambre de seres autistas, encerrados en su propio mundo, desde el cual interactúan con otros, cada uno dentro de su esfera de libertad e intereses. Y lo más notable es que pese a este individualismo exacerbado, se da por descontado que “la sociedad” debe funcionar de forma “eficiente”, para satisfacer los deseos de estos mismos sujetos.

Así, en un ambiente como éste, la sola idea de unirse un hombre y una mujer en matrimonio para construir un proyecto común abierto a la vida, parece o una antigualla, o algo demencial, puesto que coartaría notablemente la libertad del individuo, según se dice.

Con todo, ¿puede seguir todo igual en una sociedad que desprecia a la familia y la fecundidad, vistas como un auténtico peligro? Algunos datos pueden ilustrarnos a este respecto:

En Estados Unidos, el último censo de 2010, muestra que su actual población de casi 310 millones está sufriendo un notable cambio: aun cuando la de origen blanco sigue siendo mayoría (63,7%), las minorías crecen ostensiblemente (hispanos: 16,3%; negros: 12,2% y asiáticos: 4,7%, entre otros), en particular los menores de 18 años, que representan el 45,5% de ese sector etario, lo que significa que la población blanca tiene el promedio de edad más alto.

Por su parte, y también según el último censo de 2010, Rusia sufre un imparable descenso demográfico desde la caída del comunismo, si bien se ha mitigado últimamente. Así, el 2002 había 145 millones, y hoy 143, fruto de la baja natalidad y de la altísima mortalidad adulta, sobre todo masculina, pese a recibir también mucha inmigración.

La lista suma y sigue. Así, por ejemplo, Japón tiene la tasa de población más envejecida del mundo, con un 22,6% mayores de 65 años, seguido de cerca por Alemania e Italia, que superan al 20%. En fin, por diversas razones (la política del hijo único o la preferencia por varones), en India, China y Corea del Sur, el desequilibrio entre ambos sexos (al haber menos mujeres) también trae notables interrogantes para el futuro.

Estos y otros muchos datos que aquí se omiten, muestran que una sociedad no debe darle la espalda a una realidad tan natural, profunda y necesaria como la familia, ni manipular la procreación a su antojo, puesto que de ello depende su futuro. En caso contrario, con el tiempo, o cambiará su composición étnica –con lo que podría pasar a ser otra–, disminuirá su población, o podría hacerse muy difícil su mantenimiento. Esto muestra claramente que algo estamos haciendo mal (y muy mal), si buena parte de los valores dominantes y que intentan incluso imponerse a la fuerza, están conduciendo a estos resultados.