Y ya empezaron de nuevo…

Joaquín Reyes Barros | Sección: Religión

Según algunos periodistas, el Papa dijo que el purgatorio no existe, o que si existe no es un lugar.

Pues bien, no dijo ni lo uno ni lo otro: dijo que el purgatorio, en los escritos de santa Catalina de Génova “no está presentado como un elemento del paisaje de las entrañas de la tierra: es un fuego no exterior, sino interior”, y que por ello el modo en que la santa presenta el purgatorio es novedoso.

Es todo lo que dijo.

Para evitar confusiones, conviene aclarar algunas cosas:

La Iglesia no ha definido dogmáticamente el lugar del purgatorio, pero la tradición común y los Padres suelen referirse a él como un lugar físico. Según el cardenal Billot, la existencia de ese lugar –lo mismo que los del cielo y el infierno– «responde a un sentimiento de los Padres y de los teólogos, del que nadie puede apartarse sin gran temeridad».

Santo Tomás de Aquino dice al respecto:

«La Sagrada Escritura nada nos dice sobre el lugar donde está situado el purgatorio, y sobre este punto la razón está desprovista de argumentos decisivos. Sin embargo, es probable, y está más conforme a las declaraciones de los Padres y a muchas revelaciones particulares, que el lugar del purgatorio es doble. Según la ley común, es un lugar inferior, contiguo al infierno, de tal suerte que un mismo fuego atormenta a los condenados y purifica a los justos; pero los condenados están situados en la parte inferior, como corresponde a su situación moral. Por disposición particular de la divina Providencia, algunos difuntos pasan su purgatorio en diversos y determinados lugares, ya sea para instrucción de los vivos, ya para obtener de ellos los sufragios de la Iglesia que alivien sus tormentos.

Algunos creen que la ley común y general es que el lugar donde el hombre pecó sea el de su propio purgatorio. Pero esto no parece probable, ya que entonces tendría que recorrer sucesivamente todos los lugares donde pecó y no podría ser purificado de todos sus pecados a la vez.

Otros pretenden que, según la ley común, el purgatorio está colocado por encima de nosotros, o sea, entre el cielo y la tierra, como corresponde al estado de esas almas colocadas a medio camino entre la tierra y el cielo. Pero este argumento no prueba nada, porque los habitantes del purgatorio no son castigados por lo que tienen de superior a nosotros, sino por lo que hay en ellos de inferior, o sea, por el pecado». (De purgatorio (Suplemento) a.2.)

En fin, que el purgatorio sea un lugar físico, aunque no está dogmáticamente definido, es sentencia probable.

Cabría agregar que no es incompatible con el hecho de que las almas del purgatorio no poseen cuerpo la existencia del purgatorio como lugar físico. Si bien donde hay cuerpo hay un lugar, un espíritu puede hacerse presente en un lugar no de modo corporal, sino espiritualmente, ya sea de modo definitivo o limitado (como los ángeles cuando actúan sobre un lugar determinado, y actuando en tal lugar no pueden actuar en otro) o de modo no definitivo o ilimitado (como Dios está presente en todo lugar). Las almas separadas del purgatorio pueden encontrarse presentes en un lugar físico del segundo modo, es decir, con presencia espiritual definitiva.