“Incidentes entre católicos y musulmanes”, una forma de no decir la verdad

Daniel Arasa | Sección: Religión, Sociedad

Cierto que el título de una información por su brevedad no puede decirlo todo, pero según como se dé y si no se aclara muy bien en subtítulos o epígrafes la información es sesgada. Es lo que ocurre en la mayor parte de los casos, porque la clave está en dejar claro quién inicia o produce los incidentes, quién enciende la llama. Muchas de las informaciones no lo aclaran. Cuando se dan medias verdades se cae en la mentira.

Las palabras del Papa Benedicto XVI, alarmando de la violencia contra los cristianos en numerosos países del mundo, han sonado fuerte. El Papa y los altos dignatarios de la Iglesia han callado mucho tiempo, aguantando, a pesar de que de manera frecuente se producían muertes de cristianos en muchos países.

El atentado contra una iglesia copta en Egipto parece haber removido las conciencias de muchos. No voy a hablar de la persecución religiosa en sí misma, de la que muchos lectores estarán informados e incluso algunos mejor que yo, sino de un aspecto que puede ser pequeño, colateral, pero que nos atañe de forma directa. El de la información que se da sobre tales hechos. ¿Cómo se informa en nuestro país de esta violencia contra los cristianos y, de modo particular, contra los católicos?

Un primer dato básico: 150.000 cristianos muertos al año por la persecución religiosa, el 75% de las víctimas de todo el mundo. No sé si la cifra es exacta, pero en cualquier caso da idea de magnitud. ¿Algún lector de la prensa española, o seguidor de las noticias de radio o televisión, ha visto reflejado en el día a día informativo no sólo el dato a nivel global sino la multitud de atropellos casi continuos que llevan a tantas muertes? Indudablemente no. La prensa española, y por los datos que tengo también la mayor parte de la europea, ha estado silenciándolo de manera habitual.

La persecución no se ha iniciado en los últimos tiempos, sino que lleva bastantes años, aunque se haya recrudecido recientemente. Puesto que se ha hecho una referencia a los coptos en Egipto, expongo una experiencia de hace un par de años. Acudió a la Universitat Abat Oliba CEU un sacerdote católico de Egipto, y explicó las muchas persecuciones, incluidos asesinatos, que sufren de manera habitual y desde hace muchos años los cristianos en aquel país, con la absoluta pasividad de las instituciones.

Recuerdo muy bien que redacté un texto con sus denuncias a fin de hacerlo llegar a la prensa, pero la respuesta suya fue que no lo hiciera. Podía darlo a conocer en un ámbito universitario y a título personal entre personas católicas, pero cosa distinta era hacerlo público en los medios de comunicación, porque temía que en este caso la persecución podría arreciar.

La estrategia de la información del mundo occidental, empezando por las grandes agencias internacionales como Associated Press, Reuters o France Presse o las grandes cadenas de televisión es la de silenciar este tipo de informaciones. Quizás porque se han convertido en tan habituales que se las considera como parte del paisaje. Si no son masacres muy grandes no son noticia. O también porque a los intereses de sus respectivos países o a la estabilidad internacional esto afecta poco. Los cristianos aguantan y perdonan. La hostilidad contra ellos no tiene consecuencias en el corte del suministro de petróleo o de gas, mientras podría tenerlas el denunciarlas. Especialmente porque la parte principal de los asesinatos de cristianos se producen en países musulmanes y es peligroso y políticamente incorrecto irritar a estos. Los países occidentales pueden correr riesgos por el suministro de petróleo o por el Estado de Israel, pero no por salvar cristianos.

Sustituir silencio por medias verdades

En fechas más recientes parece que el silencio ya no es posible, y la mayor parte de los titulares sobre el tema suelen saldarse con esta fórmula: “Incidentes entre católicos y musulmanes en (país)” o “Incidentes entre cristianos y musulmanes en (país)”. En genérico, la palabra incidentes lo engloba todo. Muchos títulos de prensa son clonados y repetitivos en los medios. Es una forma de no decir la verdad, sin que pueda decirse que el titular sea mentira.

Cierto que el título de una información por su brevedad no puede decirlo todo, pero según como se dé y si no se aclara muy bien en subtítulos o epígrafes la información es sesgada. Es lo que ocurre en la mayor parte de los casos, porque la clave está en dejar claro quién inicia o produce los incidentes, quién enciende la llama. Muchas de las informaciones no lo aclaran. Cuando se dan medias verdades se cae en la mentira.

Nadie puede negar que en la inmensísima mayoría de los casos, la casi totalidad, quienes hoy provocan las agresiones son los musulmanes y los cristianos son las víctimas. Me guardaré mucho de decir e incluso de pensar que todos los musulmanes son violentos, pero determinados sectores supuestamente seguidores de Alá han enloquecido y hecho de la violencia contra otros su forma de funcionamiento; en particular contra los cristianos, y además gozan de un amplio apoyo en recursos económicos y sus acciones mortales gozan de la simpatía de muchos de su mismo credo.

Para calibrar el error de aquella manera de informar permítanme compararla con ejemplos de otros temas bien distintos. Un peatón va por la calle y alguien intenta atracarle con un cuchillo. Aquél se defiende y se produce un forcejeo y golpes, también propinados por el agredido. ¿Estaría bien titularlo sin más con la calificación de “incidente” situando al mismo nivel a los dos protagonistas? En la información sobre los atentados del 11-M de 2004 en Madrid, ¿hubiera estado bien titulado decir: “Incidentes con bombas en cuatro trenes”, dejándolo así?

Sin duda lo rechazaríamos. Lo mismo debería ocurrir en las agresiones por motivos religiosos. Como colofón podría decir que la palabra “incidente” da para mucho. Puede ocultar cualquier barbaridad. Recordaré dos referencias a importantes hechos que a nivel internacional han pasado a la historia sólo como “incidentes”. El primero en 1937. “El incidente del Puente Marco Polo”, en Pekín. Fue la excusa que los japoneses utilizaron para iniciar la invasión de China. Otro quizás sea más reconocido de los lectores. “El incidente del golfo de Tonkín”, referido a supuestas agresiones de Vietnam del Norte a barcos americanos, lo que significó la gran escalada y definitivo inmersión de Estados Unidos en la guerra de Vietnam.

Es de esperar que los actuales “incidentes” no lleven a más guerras, pero es exigible a los medios de comunicación que informen sin ocultar ningún dato básico, para que el lector o televidente pueda conocer la verdad de lo que ocurre.

 

 

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por Forum Libertas, www.ForumLibertas.com.