El salto a un sistema educativo bueno

Germán Gómez Veas | Sección: Educación

El reciente informe McKinsey “¿Cómo se convierte un sistema educativo de bajo desempeño en uno bueno?” en esta versión describe una serie de características y estrategias que han permitido a muy diversos sistemas educativos elevar su eficacia en plazos relativamente cortos, seis años, e independientemente del punto de partida, por ejemplo tomando en cuenta su ingreso per cápita o considerando el volumen de escuelas y alumnos que atienden. De los sistemas educacionales estudiados y sus prácticas efectivas parece interesante evaluarla la conveniencia de adaptar algunas al proceso de reforma que nuestro país está abordando. Singapur, Hong Kong, Corea del Sur, Ontario, Sajonia, Inglaterra, Letonia, Lituania, Eslovenia, Polonia, Sistema público de Escuelas Aspire (EEUU), Long Beach, Boston/Massachusetts, Armenia, Provincia Occidental del Cabo, Chile, Minas Gerais, Madhya Pradesh, Ghana y Jordania son los sistemas educacionales revisados, los que como se advierte, se sitúan en contextos disímiles.

Si bien son muchos los aspectos a los que un actor interesado en proponer políticas eficaces para mejorar la calidad educacional de nuestro sistema podría poner atención preferente, me parece conveniente destacar lo relativo a la capacitación docente como vector que impulsa un cambio ascendente.

En efecto, el estudio describe seis intervenciones efectivas comunes en aquellos sistemas educacionales que le permitió a los países analizados saltar de una fase a otra superior (de pobre a aceptable, de aceptable a bueno y de bueno a muy bueno) destacando en cada caso una intervención predominante, entre las cuales lo relativo a la construcción de habilidades técnicas efectivas de los docentes merece a mi parecer, una especial atención, pues en nuestro sistema la intervención de la capacitación docente requiere una urgente puesta al día para que incida efectivamente en la mejora de los aprendizajes escolares.

Un hecho relevante que establece la evidencia examinada, es que se observa que los sistemas educativos que han avanzado en calidad han sabido diseñar y aplicar planes de capacitación adecuados a sus propias condiciones o fases.

Así, se puede advertir que hay sistemas educativos como el del distrito de Long Beach en California, que diseñó un plan con énfasis en la práctica en el aula en el que docentes expertos en áreas prioritarias (como matemática y lenguaje) guían a tres profesores por un período de tres o cuatro semanas, orientándolos a través de tres sencillos pero seguros pasos que consisten en una observación de clase inicial, una clase impartida por ambos y finalmente el docente destacado –mentor– observa que el profesor instruye la clase solo, culminando con ello la transferencia de destrezas inicialmente advertida como indispensable para mejorar la técnica docente. Este diseño de mentoría, orientada a la construcción de habilidades técnicas efectivas, se respaldó en una personalizada colaboración significativa entre los docentes involucrados, práctica que dista mucho de los actuales sistemas de capacitación docente consistentes en clases dictadas a un gran número de profesores, en largos períodos.

Otro es el caso del sistema de Singapur, que gracias a su proceso de mejora continua ha llegado a un nivel en que le ha sido posible dar una gran flexibilidad y autonomía a sus escuelas y docentes para definir sus propios pasos en la mejora docente, desplazando el exceso de control central por un énfasis en la colaboración en todo el sistema educacional.

En realidad en el estudio se advierten muchas acciones inspiradoras que se podrían acoger para dar un giro en el foco que hoy caracteriza al sistema de perfeccionamiento docente, todo con vistas a lograr que éste se convierta en una herramienta eficaz en el propósito de elevar la calidad educacional.