Familia para Todos en el Bicentenario: 1° Congreso Chileno

Prensa | Sección: Familia, Sociedad

El hábitat natural de un niño es el amor entre el padre, la madre y su unión conyugal”. Estas fueron las palabras que utilizó el filósofo Álvaro Sierra para explicar lo que significa la comunidad de vida llamada “familia”, en el primer Congreso de familia hecho en Chile, bajo el lema “Familia para todos en el Bicentenario” y que tuvo lugar en la Pontificia Universidad Católica de Chile el pasado sábado 2 de Octubre.

Fueron más de seiscientos los invitados al Congreso, que partió con la noticia de Mons. Goic sobre el término de la huelga de hambre de los comuneros mapuches. Y luego reseñando el tema que convocaba en esta oportunidad, afirmó que la “fe debe iluminar todos los ámbitos de la vida, incluyendo la familia”.

El esfuerzo hecho por quienes organizaron este Congreso, y el aporte realizado por quienes lo integraron, significan una gran contribución a la defensa de la familia en circunstancias en que esta institución natural está siendo atacada por una serie de iniciativas legales, tanto a nivel nacional como internacional.

Familia para todos en el Bicentenario” supone el objetivo principal en que se tienen que orientar las políticas públicas de fortalecimiento de la familia por parte del Estado, para que todos podamos tener una familia plena, sobre todo ante las estadísticas de la última encuesta CASEN que indicó Felipe Kast, efectuada en diciembre del 2009, destacando el aumento de las familias monoparentales desde un 22% a un 27% en los últimos 20 años, como también el declive de las familias biparentales desde un 67% al 58% en igual número de años. A su vez, Kast señaló que de aquellas familias que viven en la extrema pobreza, el 60% de ellas son monoparentales, hecho marcado fuertemente por la presencia de mujeres jefas de hogar.

Por esto la familia se debe construir sobre la base del matrimonio, porque es la única institución capaz de formar en el verdadero amor estable y donde nuestra individualidad y egoísmo es superado por un darnos a los demás.

Es la función creadora que Dios encomienda a través de la procreación de hijos la que se debe entender bien, rechazando un amor egoísta hacia los hijos que hace ver en ellos las propias realizaciones personales de la vida, pensando que el desarrollo de ellos es sólo una misión momentánea que encomienda el sacramento del matrimonio. Por esto, basta tan sólo que los cónyuges se amen fielmente, entendido como un querer cada vez más y mejor al otro, para que los hijos se críen de manera sana y fundada en el amor.

Así, el Estado tiene la misión de proteger la familia, por medio de soluciones anticipadas a posibles conflictos familiares que pueden originar un quiebre familiar, pero sin utilizar remedios que alivien sólo el síntoma de manera momentánea.

Esto es posible, y este Congreso se ha orientado a esta misma idea, a demostrar que aun cuando el matrimonio es un viaje por los mares que no figuran en los mapas, el amor si es posible. En palabras de la expositora María Elena Pimstein, aunque “la vida conyugal en ocasiones pase por otoños, inviernos, primaveras y veranos”.

Familia para todos en el Bicentenario” ha sido una voz que suena fuerte para decir que la educación familiar debe luchar contra el individualismo, porque el individualismo es egoísmo, y el egoísmo es la inmadurez en la capacidad para amar y entregarnos a otros.

Los chilenos “queremos una sociedad mejor, y ésta sólo será posible en la medida en que la familia sea lo que debe ser: el espacio en el que se gesta y se sostiene el desarrollo de la persona, contribuyendo al progreso de la sociedad«, señaló por su parte Claudia Tarud, directora del Instituto de Ciencias de la Familia de la Universidad de los Andes.

De esta manera, si Chile quiere construirse plenamente, tiene que fomentar la familia estable, porque plenitud de familia es plenitud de país.