Báculo

P. Raúl Hasbún | Sección: Religión

Uno de los distintivos de la dignidad y potestad episcopal es el báculo. En sustancia, es un bastón que sirve de apoyo para caminar y puede usarse, además, para espantar o refrenar a potenciales agresores.. El báculo o cayado episcopal se corona con el signo de la cruz, expresando que el camino se ha de emprender en seguimiento de Cristo y el arma se debe usar en correspondencia con la sabiduría y el amor que Cristo manifestó en la Cruz.

Esta doble dimensión del pastorado y significación del báculo: por amor, apoyar al caminante y por amor refrenar al atacante, ocupó el lugar central de la homilía con la que el Papa clausuró el Año Sacerdotal, concelebrando la Eucaristía con 15 mil sacerdotes. Nos habló, como en todo el Año, de lo importante que somos para la Iglesia y el mundo. Hacemos la Eucaristía, y la Eucaristía hace la Iglesia. Nuestros labios anuncian el Evangelio de la vida. Nuestras manos ofrecen a diario el sacrificio que nos reconcilia y salva, y comparten el Pan que nos da vida eterna. Nuestros corazones palpitan de misericordia ante el que reconoce su pecado y busca, en nosotros, el testigo del perdón divino. Nos agradeció todo el bien que desde Dios pasa por nosotros, en fidelidad silenciosa. Nos recordó: eso, la fidelidad, es nuestro principal carisma y cometido profético. Y en línea con lo advertido y sufrido por Jesús y sus apóstoles Pedro y Pablo, nos advirtió que el enemigo quiere sacarnos de la escena del mundo, porque así puede sacar de la escena a Dios.

Entonces interpretó la simbología del báculo. La vara del pastor debe proteger la fe de las ovejas contra los farsantes. Farsante es el que finge lo que no es o no siente, o interpreta una deplorable comedia chabacana y grotesca. Tema recurrente en las epístolas de Pablo, quien previene a Timoteo y a Tito contra los falsos doctores, embaucadores a los que hay que tapar la boca porque trastornan a familias enteras enseñando lo que no deben: falsos doctores que no se atienen a la enseñanza de Jesucristo y a la Tradición apostólica, de la que el Magisterio de la Iglesia es depositario auténtico. “No saben nada –acusa el Apóstol– están cegados por el orgullo, sus orientaciones son desorientaciones”. Y así como la vara del amor, por amor debe refrenar a quienes abusan de los inocentes o toleran y encubren sus comportamientos indignos, la misma vara del amor debe, por amor, alzarse contra quienes –acusa ahora el Papa– dejan proliferar la herejía, la tergiversación de la doctrina y la destrucción de la fe, como si cada uno inventase autónomamente la fe.

Concluyó el Papa: la vara que refrena y castiga se transforme en báculo, para que los pastores muestren el camino, caminen ellos mismos a la vanguardia y sean en sí mismos báculo, punto de apoyo, consuelo y aliento de vida para las ovejas. Porque ellas son de Cristo, son de Dios.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por Revista Humanitas, www.humanitas.cl.