Eco-indigenismo

Carlos Martínez | Sección: Política, Sociedad

El Presidente Evo Morales, a propósito del terremoto en Chile, señaló de manera muy particular que las causas estaban en el enojo de la madre tierra por el sistema de economía libre que destruye el medio ambiente, y agregó que los terremotos son consecuencia de políticas neoliberales.

Estas declaraciones hay que ubicarlas en una línea de convergencia que viene verificándose entre grupos radicales del indigenismo y del ambientalismo, y que podríamos definir como eco-indigenismo (para gloria de Roussseau), el cual encuentra cauce político en el populismo imperante en algunos países. Dentro de esta convergencia empieza a utilizarse el concepto de racismo ambiental, que más bien parece un eslogan para impermeabilizar moralmente al activismo en contra de proyectos de desarrollo. Esta tendencia ya se da en nuestro país. Ejemplos tenemos: el ducto de Valdivia a Mehuín, de Celulosa Arauco, fue durante 10 años un problema entre pescadores artesanales y la empresa. Cuando las dos partes confluyen en acuerdo y los permisos ambientales son otorgados, se levanta una nueva bandera y ese conflicto ahora es entre la empresa y el pueblo lafquenche. Varios proyectos energéticos y mineros en el sur y norte siguen la misma dirección. La indigenización de los conflictos ambientales parece ser una buena vía.

En esta misma línea, para abril se anuncia una gran cumbre de grupos ambientalistas e indígenas en Bolivia, que vendrá a reforzar esta corriente: La «Conferencia mundial de los pueblos sobre cambio climático y derechos de la madre tierra», en Cochabamba. Entre sus participantes se anuncia a nuestro obispo de Aisén, monseñor Infanti; el teólogo marxista Leonardo Boff; el P. D Escoto, líder del sandinismo, y el filósofo Noam Chomsky. Y entre los convocantes aparecen numerosas organizaciones. De Chile, algunas mapuches y el Frente Patriótico Manuel Rodríguez.

Esta reunión, que parece tener como objetivo exorcizar el planeta de la economía libre, tiene ya sus conclusiones sacadas: el desarrollo y la economía capitalista destruyen el medio ambiente. La alternativa: el estilo de vida de los pueblos indígenas.

Más allá de las legítimas demandas de pueblos originarios y la deuda que los estados puedan tener con ellos, sólo vemos propuestas radicales y utópicas, sin posibilidad alguna de transformarse en programas que permitan a miles de habitantes de zonas indígenas acceder a una mejor calidad de vida, salud, educación. Lamentablemente, hoy muchos pueblos indígenas están viviendo en el barro, cuando bajo él hay una mina de oro, que puede contribuir a su bienestar y al de su país.




Nota: Este artículo fue publicado originalmente por La Segunda.