Parecer

P. Raúl Hasbún | Sección: Política, Religión

03-foto-1-autorEn la vida humana se da una tensa relación entre el ser y el parecer. El ser es lo que es. El parecer es lo que otros perciben del ser. La verdad está en ser y parecer.

Si alguien parece justo y piadoso, y en realidad no lo es, incurre en hipocresía, es un mentiroso. Si alguien es intachablemente honesto, y no lo parece, su virtud es socialmente irrelevante, privada de credibilidad y aun colindante con el escándalo.

La teología moral denomina “escándalo”, es decir, zancadilla, piedra de tropiezo, a una acción que a pesar de ser buena en su objeto es percibida como mala e inductora al mal por quienes la presencian. Jesús, requerido para pagar el impuesto al Templo, argumentó que Él estaba exento, pues el Hijo no paga por vivir en su casa. Sin embargo, para no provocar escándalo ordenó a Pedro ir a pescar y del pescado extraer monedas con qué pagar.

Él, como Dios, es Yahwé (“Yo soy el que soy”). Como hombre necesita también parecer: justo, piadoso y obediente.

El mismo criterio esgrimirá san Pablo al ser consultado por los corintios sobre la licitud de comer carne antes ofrecida a los ídolos: los ídolos son nada, la carne es carne, eres libre para comerla con acción de gracias a Dios, pero si el que te observa piensa críticamente: “éste come carne ofrecida a los ídolos”, y por verte comer come él con mala conciencia, tu concepto de libertad habrá terminado en matar el alma de tu hermano (el tema del escándalo viene tratado, por el Catecismo, dentro del quinto mandamiento: No matarás).

La conjunción del ser y el parecer es imperativa para el derecho y administración de justicia. Si una persona inocente y virtuosa es percibida por los demás como delincuente y deshonesta, en razón de juicios temerarios o publicaciones difamatorias, perderá su crédito y cargará con una estigmatización social. Aunque tiene a su favor lo más importante: el testimonio de su conciencia, la aprobación de Dios, necesitará enervar esos juicios que la hacen aparecer como indeseable y aún peligrosa para la sociedad.

Allí se fundamenta el tipo penal de la injuria y calumnia y el recurso constitucional de protección del derecho a la honra.

El buen ciudadano necesita ser y parecer.

03-foto-21Con mayor razón el funcionario público. Sea que trabaje en el plano judicial, legislativo o administrativo, cuanto más alto sea su rango y más visible su exposición al parecer ajeno, tanto más cuidadoso será en trasparentar su condición de servidor de todos, por encima de sectarismos, intereses, preferencias o animadversiones personales o grupales. La probidad administrativa, exigencia ética y jurídica, es indivisible y no permite argumentar que se está en vacaciones o en horario de colación.

Quien tiene tanto poder sobre el patrimonio, la libertad y los derechos de la ciudadanía debe abstenerse de actividades, adhesiones y afiliaciones legítimas en su ser pero contaminantes del parecer.

El servidor público lo es de todos, a toda hora, en todo lugar.




Nota: Este artículo fue publicado originalmente por Revista Humanitas, www.humanitas.cl.