Totalitarismo camuflado

Max Silva Abbott | Sección: Educación, Política

Al mismo tiempo que en España se está viviendo un clima de efervescencia social como pocas veces se ha visto, fruto del intento del gobierno de imponer una ley de aborto que muchos califican de demencial, de manera casi inadvertida se ha abierto otro frente no menos preocupante: la educación sexual que el Estado pretende imponer a todos por igual al más puro estilo totalitario.

En efecto, de acuerdo al referido proyecto, se busca que el Estado, mediante el personal seleccionado por él mismo, adoctrine directamente sobre la ¿educación? sexual que cualquiera puede imaginar: una sexualidad en que todo vale, sin compromiso ni afectividad, en que al parecer, lo único que importa es disfrutarla irresponsablemente y evitar ser contagiado por ETS, entre las cuales, aunque no se diga expresamente, se ha incluido también al “embarazo no deseado”, al considerar al no nato casi un quiste maligno que debe ser extirpado, literalmente, a destajo. Y eso que de acuerdo al Instituto Nacional de Estadísticas de ese país, el crecimiento de la población española se frenará en los próximos diez años, puesto que la diferencia entre los que nazcan y mueran el 2020 será casi nula, sin contar con que la población que más crecerá será la mayor de 64 años.

Mas parece que nada de esto preocupa a las autoridades. ¿Es que su propósito es extinguir a los españoles? Sea cual sea la intención, lo cierto es que el modo en que se pretende imponer esta “educación” sexual no puede ser más antidemocrático y totalitario: equivale, en síntesis, a hacer tabla rasa con la libertad de enseñanza, puesto que como se ha dicho, serán funcionarios del propio Estado, formados y acreditados por él mismo, quienes impartirían estas materias, dejando excluidos a los profesores, programas y directrices de los colegios. Parece así, que no basta con el escandaloso adoctrinamiento que se pretende imponer con Educación para la Ciudadanía.

¿Dónde queda la libertad ideológica, de conciencia y de educación? ¿Dónde queda el rol subsidiario del Estado, fundamental para no ahogar a la sociedad civil?

Con todo, tal vez lo más importante de esta situación sea este rol avasallador que algunos partidos de izquierda pretenden otorgarle al Estado, a fin de convertirlo en el nuevo dios que con su voluntad todopoderosa nos diga qué debemos creer y hacer. La pregunta, obvia, es qué ha sido del supuesto espíritu democrático y tolerante que estas corrientes han enarbolado hasta la saciedad para acceder al poder. ¿O es que sólo se trataba de una táctica cazabobos para una vez llegados al mismo, mostrar sus verdaderas intenciones? Dada la situación que hoy está viviendo España y buena parte de Latinoamérica, hay serias sospechas para creerlo.