Orar

P. Raúl Hasbún | Sección: Religión

Orar es un acto racional. Oratio viene de oris ratio: la oración es la razón articulada en la boca, la expresión verbal de lo concebido en la inteligencia.

Hablar, conversar es acto propio de seres racionales. La oración es un acto racional porque es hablar, conversar con Dios. Y Dios existe, la razón permite concluir que existe Dios, y si existe debe tener atributos propios de la causa primera y creativa de todo lo demás: entre ellos, hablar y escuchar.

Tan racional es conversar con Dios, que en todas las épocas y todas las culturas los seres humanos se han dirigido a Dios para manifestarle los propios deseos y sentimientos. Si lo hacen, es porque están ciertos de ser escuchados: no es posible engañar ni engañarse, todo el tiempo y a todo el mundo.

Más allá de las 5 vías clásicas de la filosofía aristotélica, la existencia de Dios se confirma en el hecho de que la oración y la esperanza nunca se han extinguido en el corazón de la humanidad. Pese a tantos cataclismos y atrocidades, la confiada certeza de que Alguien que es más grande que nuestro corazón escucha nuestra súplica y se apresura a responderla permanece porfiada, enseñoreada, incluso potenciada cuando la mentira y la muerte pretenden ser la última palabra.

Hoy, en la ciudad secular, la oración no se deja reducir al templo, mezquita o sinagoga: hoy se ora en estadios y aeropuertos, en hospitales y aulas, en calles, plazas y oficinas, en la paz del santuario-hogar y en el drama del enfrentamiento bélico.

Sabe, el hombre, aun antes de replegarse en su fe, que Dios es el Artífice de la inagotable belleza del cosmos, el Diseñador y Donante de los prodigiosos misterios de una naturaleza que no deja de encandilarnos y silenciar nuestra boca con estupefacción. El científico de hoy hace la inferencia lógica, de la belleza de la causa segunda se remonta a la perfección de la Causa primera. Por eso ora, en el laboratorio y en el observatorio, se emociona desentrañando las claves del origen del mundo y de la vida humana, y suplica al divino Autor un suplemento de luz para acercarse más, un suplemento de vida y audacia para tocar y retirarse, en agradecido silencio ante el Innombrable.

Pero la fe, que junto a la razón es la segunda ala para remontar vuelo hacia la Verdad, nos ha revelado el Nombre del hasta allí Innombrable: Padre. La palabra más bella, elemental y creativa del lenguaje humano.

Tan universal como la vida, porque la vida se genera en el padre. Y uno que vino directamente del Padre nos enseñó a orar así: Padre. Lo dices, y ya tocaste la Verdad: el mundo no es caos, es cosmos, el universo es tu hogar y allí te espera, omnipresente, benevolente, el mismo que por amor te trajo a la vida.

Y agregas: Padre nuestro. Y la selva, el orfanato, el campo de batalla se convirtió en familia de hermanos.

Orar es racional.

Orar es oxigenante, transformante.

No se puede vivir sin orar.




Nota: Este artículo fue publicado originalmente por Revista Humanitas, www.humanitas.cl.