Chávez y el totalitarismo

Carlos A. Casanova | Sección: Política, Sociedad

10-foto-11Estimados editores de Vivachile.org:

Coincido con el señor Andrés Stark en sostener que tiene gran importancia para toda Iberoamérica comprender bien lo que está ocurriendo en Venezuela. Por eso he decidido responder de nuevo a la contrarréplica titulada “El fenómeno Chávez” , que aquél publicó en la edición del 16 de octubre del resumen de noticias y artículos.

Debo decir que reconozco complacido que el señor Stark ha cambiado un tanto la perspectiva desde la que ve el tema, y que ahora mis objeciones estarán más circunscritas. En este diálogo parece haber verdadero acercamiento. Quiero advertir, por otra parte, que aprovecharé la ocasión para informar de algunos de los actos totalitarios de Chávez que han pasado ocultos al público educado de Chile. No pretendo hacer una narración exhaustiva, que es imposible, pero sí quiero dar algunos ejemplos que permitan al lector inteligente preguntarse: “por qué esa parte de la prensa que supuestamente se opone a Chávez no me ha informado de semejantes atropellos a la dignidad humana”.

En primer lugar debo decir que cuando Gómez murió, en diciembre de 1935, el país no pasó por ningún período turbulento. Hubo dos grandes gobernantes, Eleazar López Contreras e Isaías Medina Angarita. Por casi diez años, el país gozó de paz y prosperidad. En 1945, un grupo de oficiales, atizados por Acción Democrática, dieron un golpe de estado. Medina habría podido resistirlo, pero no quiso derramar sangre. Aclaro este punto para honrar la memoria de estos dos grandes venezolanos.

10-foto-23En segundo lugar debo decir que yo era un niño, pero no tan pequeño, cuando Venezuela inició su endeudamiento, y recuerdo la campaña publicitaria que se hizo. Simultáneamente, señor Stark, se endeudaron prácticamente todos los países iberoamericanos, porque los bancos necesitaban colocar los excedentes de fondos. En Venezuela se hicieron préstamos a Institutos públicos sin autorización del Congreso, lo cual hacía la deuda ilegal. Los santos banqueros internacionales que usted defiende, no tuvieron cuidado de asegurarse siquiera de la legalidad formal de la deuda, en su prisa por enriquecerse a costa de naciones enteras. Más tarde, en el gobierno de Lusinchi, cuando ya yo no era un niño, sino un estudiante de Derecho, primero, y luego un abogado, recuerdo las nuevas campañas publicitarias dirigidas a justificar el refinanciamiento de la deuda, refinanciamiento que se llevó a cabo mediante engaños y amenazas, y que fue una gran novación, es decir, una sustitución de deuda ilegal por deuda supuestamente legal, por haber cumplido la forma de la aprobación parlamentaria. El negociador venezolano, Tinoco, a quien Dios haya perdonado, resultó ser, como se supo después, asesor jurídico de los santos banqueros internacionales. Por este “detalle” le ponía como ejemplo, en mi artículo anterior, a Temístocles y Pausanias ante el poder financiero de Persia. Con esta novación se selló el destino de Venezuela, que vio cómo por años el servicio de la deuda consumía la mitad del presupuesto público. Como se ve, la solución establecida por los banqueros no se parece en nada a la que diseñó Solón en Atenas, ni a la que vio Platón en la República, ni siquiera a la que se propuso en los Estados Unidos y aprobaron por el igual los señores Obama y Bush recientemente: a juicio de los poderes internacionales, hay pueblos que merecen protección frente a la usura y pueblos que no la merecen. Más aún: hoy en día los poderes establecidos en el orden internacional prefieren proteger a los usureros, antes que a sus víctimas.

Es cierto que hubo personas privadas que se enriquecieron en los 70 y 80 en el desorden financiero en que cayó el país, sobre todo en los gobiernos primero de Carlos Andrés Pérez, Luis Herrera y Jaime Lusinchi. No había mecanismos de justicia para impedir que salieran las divisas y, además, y en parte, Luis Herrera mantuvo el tipo de cambio demasiado bajo (contra el consejo de mi padre, sea dicho de paso, que, siendo economista y cercano a algunas personas con influencia, vio el problema y trató de que se pusiera remedio). Pero la salida de dinero se debió en otra buena parte, precisamente, a que la deuda contraída por las empresas públicas, que no se justificaba para nada, y que fue provocada muchas veces por ofertas de sobornos, inmediatamente volvía en un buen porcentaje a la Banca internacional en la forma de depósitos. Es decir, hubo cómplices venezolanos, eso nadie lo niega, pero no se puede acusar a las víctimas, que no fueron sólo los pobres como daría la impresión por la lectura del artículo del señor Stark.

10-foto-31Los problemas que plantea Chávez son mucho más profundos que el “populismo” que señala el señor Stark y que RECADI (Régimen de Cambios Diferenciales) o Cadivi. RECADI, sin duda, causó durante el gobierno de Lusinchi, precisamente el gobierno que llevó a cabo el refinanciamiento de la deuda, problemas enormes, que estallaron después, en 1989. En esta última fecha, el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez trató de poner remedio al desorden fiscal, pero encargó del asunto a un Ministro de Estado, que era como un Primer Ministro, Miguel Rodríguez, egresado de Harvard. El señor Rodríguez puso orden, y, sin embargo, se equivocó. Pero no porque tuviera un “ego” distanciado del pueblo, sino porque tenía una formación económica que le impedía ver otras dimensiones de la realidad. Se trata de un mal que parece pariente no tan lejano del que adolece también la perspectiva que ve a Chávez como “un remiendo nuevo” o como “populismo”. Tomó él una serie de medidas, un “paquetazo” económico del tipo que propone el Fondo Monetario Internacional, que golpeó en un solo decreto no sólo a los pobres, sino también a la clase media y a los ricos, a los empresarios que sí producían, contrariamente a lo que dice el señor Stark. Precisamente, Rodríguez, con el fin de reponer las reservas internacionales, desconoció todos los compromisos de RECADI, sin distinguir los legítimos de los ilegítimos, y llevó al borde de la quiebra a muchos industriales. (Por cierto que conozco unos que, contra la teoría micro-económica liberal, decidieron continuar con sus empresas para no despedir a sus trabajadores, aunque les habría sido más rentable invertir sus capitales en la Bolsa de Nueva York). El resultado de las medidas de Rodríguez fue que el gobierno de Carlos Andrés Pérez pasó de ser el más popular (90%) al más impopular, en cosa de un mes. En ese contexto se dio el “caracazo”, es decir, los motines populares más grandes del siglo XX venezolano. Pero puedo decirle al señor Stark, porque en ese tiempo yo era funcionario del Estado, que en esos motines hubo intervención cubana e intervención de células subversivas venezolanas, no pocas conectadas con una orden religiosa de la Iglesia Católica.

En los años del primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, y en los años de Lusinchi, que, paradójicamente, gozaron de cierta paz mediática, hubo graves desórdenes financieros, pero la mayor parte del país continuó trabajando, y uno pudo notar cómo, a pesar del paquetazo de Miguel Rodríguez, en los años siguientes hubo una recuperación económica, de la agricultura, la industria y el comercio. Como dije antes, incluso en el segundo gobierno de Rafael Caldera se pagó parte importante del capital de la deuda externa, con el barril de petróleo a 7 dólares. Debo decir que, a pesar de todo, debido a la campaña de los medios de comunicación de que hablé en mi réplica anterior, a un cierto desasosiego causado por los desórdenes descritos, y a la ira causada por los paquetazos económicos y las presiones del Fondo Monetario Internacional, el país sí esperaba un cambio, de modo análogo a como la Rusia posterior al asesinato de Stolypin esperaba un cambio, y por razones análogas, tal como muestra Solzhenitsyn en The Red Wheel. Pero nadie podía sospechar, y nadie lo deseaba así, que ese cambio se dirigiera hacia el totalitarismo comunista. Sin embargo, las células castristas de las Fuerzas Armadas estaban activas, y se manifestaron en 1992, como los agitadores bolcheviques se manifestaron activamente durante 1916 y 1917. Luego, igual que en Rusia, el desasosiego llevó a dar ocasión a la llegada al poder de un movimiento totalitario, movimiento que, de ningún modo, es un “remiendo nuevo para un vestido viejo”.

10-foto-41Debo insistir, contra la opinión del señor Stark, en que no hubo inercia en la resistencia al asalto totalitario. Hubo una reacción enérgica de muchas fuerzas y dirigentes sociales y políticos (entre los que me cuento, por cierto), una vez que se percibió en su verdadera naturaleza, a pesar de la propaganda totalitaria y del sigilo que rodea los crímenes más horrendos del gobierno. La reacción no logró derrocar a Chávez a causa de los sueños pacifistas, lo difícil que resulta al hombre ordinario creer que exista tanta maldad (como dice también Hannah Arendt), y el desprestigio de Pinochet, como ya dije en mi réplica anterior. Ahora, en cambio, es demasiado tarde. El exterminio de los elementos y estructuras “peligrosos” ha sido casi completo, la presencia cubana se cuenta por decenas de miles de agentes (reconocida por Chávez públicamente y en la prensa), y las armas del régimen son poderosas. Los totalitarios, como Stalin, no ceden a influencia espiritual alguna, sino a los tanques o las divisiones armadas. Hubo algo bonito en Venezuela, que ha sido destruido también: los militares que apoyaban a Chávez por considerarlo Presidente electo, se negaron a usar los tanques contra la población civil, y sólo por esto se vio forzado el tirano a dejar el poder por un par de días en 2002. Pero ahora esos oficiales valientes, y cualesquiera otros como ellos, han sido purgados de las fuerzas armadas.

Ahora quiero referirme a tres hechos que pueden mostrar la naturaleza de la tiranía de Chávez, para cerrar con unas consideraciones generales acerca del peligro de totalitarismo en que se encuentra el mundo entero, a pesar de aquellos hombres buenos que acusan de “paranoicos” y de creyentes en la “teoría de la conspiración” a todos los que lo denuncian.

Una vez que el movimiento totalitario ha tomado control de un país, lo destruye todo, igual que un conquistador extranjero. Hace poco, por ejemplo, un amigo hacendado que se preparaba para recoger una gran cosecha de caña de azúcar que estaría madura en un par de semanas, se encontró un día con que se hallaba una flotilla de tractores, manejados por oficiales del ejército, destruyendo toda la plantación. Mi amigo fue a reclamar y paró con sus huesos en la cárcel. ¿Por qué hizo eso el gobierno? ¿Por populismo? No, por totalitario, por odio al enemigo conquistado. Si sacáramos a Chávez ahora del gobierno, y a todo su movimiento comunista (no fascista, por cierto), sería muy difícil reconstruir el país, que ha sido devastado, y exigiría, en primer lugar, desconocer la enorme deuda, mucho mayor que toda la que adquirieron los gobiernos anteriores, con la santa Banca internacional.

Durante el primer cuatrimestre de este año se reveló que en el Estado Miranda, el más populoso del país, las bibliotecas tenían un millón de libros registrados, pero que, por la acción del gobierno habían desaparecido más de 800.000. De éstos, al menos 46.000 fueron entregados a una procesadora de papel para que hiciera con ellos papel higiénico (cfr. Beatriz W. De Rittigstein, “Quema de libros”, también: “Auditan 35 bibliotecas por quema de libros”, consultados el 18 de octubre de 2009). El gobierno ha destruido, más aún, simbólicamente ha transformado en papel higiénico, libros que considera “contrarrevolucionarios”, por tratar del pasado español verazmente, por ejemplo. Tengo informaciones varias, que no pude confirmar en la prensa, según las cuales entre los libros destruidos se cuentan los clásicos griegos y romanos y los clásicos venezolanos.

10-foto-5Durante ese mismo primer cuatrimestre, el Nuncio Apostólico de Su Santidad, que había dado asilo político a un líder estudiantil llamado Nixon Moreno, y que luego tuvo que alojarlo por dos años porque el gobierno le negó el salvoconducto, se vio forzado a sacar al muchacho de noche, sorpresivamente, y embarcarlo a un país extranjero, porque tuvo noticia de que un comando se preparaba a asaltar la Nunciatura, como se ha hecho con otras sedes diplomáticas durante esta tiranía (Sobre la salida de Moreno, sin referencia a las razones: cfr. “Nixon Moreno abandonó la Nunciatura Apostólica esta madrugada”, consultado el 19 de octubre de 2009). Acto seguido el gobierno arremetió contra la Iglesia en los medios, mientras, en Colombia, pocos días después, el 16 de marzo, las guerrillas de las FARC (aliadas de Chávez) y en la frontera con Venezuela, asesinaban a un par de sacerdotes redentoristas, director saliente y director entrante de una escuela internada de indígenas (“La Iglesia en Colombia conmocionada por el asesinato de dos sacerdotes”, reportado por Zenit.org, el 17 de marzo de 2009).

Voy a acabar con las reflexiones sobre el peligro totalitario. Aldous Huxley pensó su Brave New World como un lugar en el que no había matrimonio ni familia, sino promiscuidad. Un lugar donde la castidad y la modestia se consideraban malas palabras, igual que “madre” (piénsese en los planes de la ONU contra el día de la madre). Un lugar donde toda mujer tenía su “cinturón malthusiano”, bien proveído de píldoras anticonceptivas, y donde a toda mujer embarazada se le garantizaba el aborto. Los niños eran producidos industrialmente in vitro con los óvulos y espermios que donaban “ciudadanos dedicados al interés general”. Todos eran condicionados por medio de la publicidad para aceptar su función en el aparato pseudo-político. Cualquier desasosiego se calmaba con drogas adecuadas que eran una suerte de mezcla entre nuestros axiolíticos, nuestro éxtasis o LSD y nuestras marihuana o cocaína.

Con lo anterior en mente, veamos un par de pasajes tomados de Memoria e identidad, de Juan Pablo II (los tomo de la versión inglesa, Memory and Identity. Rizzoli, Nueva York, 2008. La traducción es mía):

“En este momento, no podemos permanecer callados ante una cuestión trágica que hoy es más preocupante que nunca. La caída de los regímenes costruidos sobre las ideologías del mal puso fin a las formas de exterminio recién mencionadas en los países respectivos. Sin embargo, queda un exterminio legal de seres humanos concebidos y no nacidos. En este caso, el exterminio se decreta democráticamente por parlamentos elegidos, que invocan la noción del progreso civil para la sociedad y para toda la humanidad. Ni faltan otras violaciones graves de la ley de Dios. Pienso, por ejemplo, en la fuerte presión del Parlamento Europeo para reconocer las uniones homosexuales como un tipo alternativo de familia, con derecho a adoptar niños. Es legítimo y aun necesario preguntar si esto no es la obra de otra ideología del mal, más sutil y escondida, quizá, que intenta instrumentalizar los derechos humanos mismos contra el hombre y contra la familia” (p. 11).

“Si, de una parte, Occidente continúa dando pruebas de celo evangelizador, de otra las corrientes antievangélicas son igualmente fuertes. Ellas hieren los fundamentos mismos de la moralidad humana, influyendo sobre la familia y promoviendo un amibiente moralmente permisivo: divorcio, amor libre, aborto, contracepción, la lucha contra la vida en sus fases iniciales y en su fase final, la manipulación de la vida. Este programa es apoyado por enormes recursos financieros, no en países individuales, sino a escala mundial. Tiene grandes centros de poder económico a su disposición, por los cuales intenta imponer sus propias condiciones sobre los países en desarrollo. Encarado con todo esto, uno puede legítimamente preguntarse si no hay otra forma de totalitarismo, sutilmente escondida bajo las apariencias de democracia” (p. 48).