Visión del hombre en Juan Pablo II

Cardenal Angelo Sodano | Sección: Política, Sociedad

11-foto-1-autor1Al inaugurar el monumento al Siervo de Dios Juan Pablo II en la casa central de la Pontificia Universidad Católica de Chile, acto con que se conmemoró el vigésimo aniversario de la visita apostólica del Pontífice a la nación chilena y a esta universidad, tuve ocasión de rememorar el enorme esfuerzo desplegado por su magisterio en orden a favorecer un encuentro siempre más provechoso entre fe y razón.

En consonancia con esas reflexiones, sugerí en esa ocasión cuán oportuna resultaría una nueva publicación de las tres encíclicas del grande Pontífice particularmente gravitantes en dicha materia: la Veritatis splendor, de 1993; la Evangelium vitae, de 1995; y la Fides et ratio, de 1998. Sería ésta, expresé, una buena forma de recopilar sus enseñanzas y reproponerlas al estudio de los jóvenes como un instrumento de apoyo para su formación, en tiempos dominados por una atmósfera agobiante de relativismo.

Me alegra que la reconocida revista Humanitas –cuyas páginas se habían ya ocupado de estos documentos papales a través de la reflexión del cardenal Ratzinger, entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (cf. Humanitas 31, Invierno 2003)– haya recogido esta sugerencia dando a luz un Vademécum, que ofrece ahora para uso de los jóvenes alumnos y de sus propios lectores, en conjunto con la Pastoral universitaria, tanto en versión impresa como electrónica (www.humanitas.cl).

Atender con criterios seguros a la grave cuestión de la verdad y a la real posibilidad que tiene el hombre de conocerla a la luz de la razón y de la fe es un asunto que en nuestros días compromete sustancialmente el destino del hombre, la cultura y la sociedad.

11-foto-23Vemos en efecto extenderse, también en Latinoamérica, una visión de las cosas según la cual el absoluto divino es reemplazado por el absoluto humano, irguiéndose éste en fuente de moralidad para sí mismo. Según esta visión, ya no existe Dios como creador del hombre y como autor de la ley moral, sino que es el hombre el árbitro y criterio último del bien y del mal. Dicha matriz moral subjetivista y relativista se proyecta en un desgarrador utilitarismo en función del cual es bueno y justo no aquello que conocemos como tal, sino lo que es meramente útil, dando así lugar en forma recurrente al abuso del más débil y, como es notorio, a un desenfrenado hedonismo que confunde el bien con el simple disfrutar de la vida.

Precisamente por esto la encíclica Veritatis splendor quiso recordar al hombre contemporáneo la evidencia objetiva de los valores morales fundamentales. Como recordaremos, dicho documento comienza con estas palabras: «El esplendor de la verdad brilla en todas las obras del Creador y, de modo particular, en el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios».

La verdad ilumina la inteligencia y da forma a la libertad del hombre que, de este modo, es capaz de conducirse por el recto camino. Esto resulta posible para nosotros puesto que el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios y, por tanto, tiene en sí la real capacidad que el Creador le ha infundido de conocer las cosas. Fue en consonancia con ello que, haciéndose eco del Salmo 82, exclamó Juan Pablo II todavía al inicio de su pontificado: «El hombre se asemeja más a Dios que a la naturaleza».

11-foto-32En su encíclica Veritatis splendor, Juan Pablo II, afrontando la cuestión central de la ética, vista en un escenario global, recuerda y explica que la vida moral tiene su fundamento último en la ley eterna, grabada por el Creador en el corazón de cada hombre. La encíclica Evangelium vitae, mostrando por su parte que el hombre no es una mera realidad biológica, sino una persona creada a imagen y semejanza de Dios, con derechos inalienables que ninguna autoridad humana puede violar, enfatiza el gravísimo deber del respeto absoluto de la vida humana. Fides et ratio, en fin –abordando una cuestión crucial para la cultura contemporánea como es la relación entre fe y razón– proclama que la razón humana está capacitada para conocer la verdad, siendo en ello que radica su grandeza y la propia dignidad del hombre como ser libre.

En esta misma línea prosiguen hoy las luminosas enseñanzas del magisterio del Papa Benedicto XVI. Los lectores de revista Humanitas tienen siempre la posibilidad de ahondar al respecto a través de su tradicional sección «La Palabra del Papa», siendo particularmente atinente y oportuno destacar en tal sentido la publicación y comentarios realizados con ocasión de su famoso discurso en Ratisbona, Alemania, el 12 de septiembre de 2006 (cf. Humanitas 44, Primavera 2006) .

Reiterando mis votos para que la Pontificia Universidad Católica de Chile continúe manteniendo siempre en alto la bandera de la cultura cristiana, bendigo de corazón a los autores y lectores del Vademécum con definiciones extraídas de las encíclicas antropológicas de S. S. Juan Pablo II.




Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio.