Los jóvenes comienzan a perder la fluidez en la expresión oral

Mark Bauerlein | Sección: Sociedad

09-foto-1-autor1Para finales de 2009, Gartner Inc. espera que el volumen de mensajes instantáneos en todo el mundo alcance 3,28 billones (millones de millones), frente a los 2,47 billones registrados en 2008. Buena parte de estos mensajes es enviada por adolescentes, quienes sólo en Estados Unidos enviaron y recibieron en promedio 2.272 mensajes al mes en 2008. Añada a esto las comunidades virtuales como Facebook, el email, los blogs y otros medios electrónicos y se dará cuenta de qué tipo de sistema de comunicación frenético y permanente experimentan los jóvenes de hoy.

Desafortunadamente, casi todas estas herramientas de comunicación se limitan al intercambio de palabras escritas. Los teléfonos permiten la transmisión de tono de voz, pausa e inflexiones. Los usuarios insertan caritas felices en los correos, pero no ven los verdaderos rostros de cada uno. Leen comentarios en Facebook, pero no “leen” la postura del otro, los gestos corporales, los movimientos de los ojos, los cambios en el espacio personal y otros comportamientos (y expresiones) no verbales.

En 1959, el antropólogo Edward T. Hall llamó estas expresiones humanas como “un lenguaje silencioso”, y argumentaba que el lenguaje corporal, las expresiones faciales y los gestos funcionan en “yuxtaposición a las palabras”, imprimiendo sentimientos, actitudes, reacciones y juicios.

Dentro de las culturas, Hall asumió, las personas más o menos “hablaban” el mismo lenguaje silencioso. Pero, gracias a la avalancha de comunicación basada en el texto, puede que este ya no sea el caso.

09-foto-22Vivimos en una cultura donde los jóvenes, equipados con iPhones y computadoras portátiles y quienes dedican horas durante la noche a enviar mensajes de texto de una forma u otra, son menos propensos que nunca a desarrollar la “fluidez silenciosa” que resulta de la interacción frente a frente.

A medida que la mensajería centrada en el texto aumenta, estas oportunidades disminuyen. Los que han nacido en la era digital mejoran su habilidad en el teclado, pero cuando se trata de “leer” el comportamiento de otros, son muy torpes.

A muchos les molesta el retraimiento, la autoabsorción y en general la falta de comunicación de la Generación Y. La próxima vez que enfrente a un veinteañero que no lo mira a los ojos, que parece indiferente a la frustración de las personas que lo rodean mientras responde feliz a un mensaje de texto no deberían pensar que “niño tan grosero”.  Sino debería pensar que es otro “texteador” que no se da cuenta de que en ese momento se está comunicando, con cada gesto y movimiento, y que los demás lo están leyendo completamente.




Nota: El autor es profesor de literatura inglesa en la Universidad de Emory y publicó en 2008 un libro sobre cómo la era digital entorpece a los jóvenes y pone en riesgo su futuro. Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio.