Me parece que el fortalecimiento de la familia chilena tiene, al menos, un aspecto moral, otro de seguridad nacional y un tercero de naturaleza económica.

Lo primero es obvio: no puede dar lo mismo hacer familia o una unión fugaz. El matrimonio, civil o religioso, es un nivel formal, social o sacramental, pero no equivale a familia.

Seg. Nacional porque somos pocos y si aspiramos a ser un país desarrollado necesitamos triplicar la población, con hijos propios o familias inmigrantes.

Lo económico es consecuencia de lo anterior. Cada nuevo chileno tiene que venir, efectivamente, con una marraqueta. (Rebajas tributarias, becas escolares y universitarias, subsidio a la familia numerosa, etc.

Todo lo anterior, considerado como política de Estado.

Francisco Balart