Cierre de Campus Juan Gómez Millas: Responsabilidades compartidas

Elías F. Navarrete Sobrazo | Sección: Educación, Política, Sociedad

11-foto-11Una vez más, como ocurre habitualmente en la semana del 11 de septiembre, el campus Juan Gómez Millas de la Universidad de Chile será cerrado. ¿La razón? Un grupo de delincuentes que se esconden bajo una pañoleta y que salen a hacer desmanes y luchar contra Carabineros a partir del día 4 de septiembre, en que “conmemoran” el triunfo de Salvador Allende en las elecciones de 1970, algo de lo que ya casi nadie se acuerda. Si sumamos a ello las vacaciones de Fiestas Patrias, contempladas con anterioridad en el calendario académico, da como resultado dos semanas sin actividades.

El año pasado no se había cerrado el campus más que en el día inmediatamente antes e inmediatamente después, lo cual no es menos nocivo para la labor intelectual del país, pero al menos parecía que las cosas estaban cambiando. Este año no se contemplaba el cierre del campus en estas fechas, pero los incidentes ocurridos en la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE), hicieron que todas las autoridades del campus Juan Gómez Millas de la Universidad de Chile decidieran el cese de las actividades en esta fecha.

Hay una pregunta que cabe hacerse ante este hecho: ¿Quiénes son los responsables de todo esto? Desde mi punto de vista, que llevo cuatro años como alumno de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, hay responsabilidades compartidas.

11-foto-22En primer lugar, por supuesto, están este grupo de personas que sale a combatir con Carabineros escondidos bajo las pañoletas y llamados “encapuchados” o “capuchas”. Hay algunos que son alumnos de la Universidad y otros que son de afuera, de hecho, los mismos alumnos son capaces de reconocer a algunos de ellos con sólo caminar por el campus.

Esto da pie a ver quién es el siguiente responsable: los alumnos (no todos obviamente) y sus centros de estudiantes. Nadie denuncia, sabiendo quiénes son, y el que denuncia prepárese a vivir un infierno creado por un grupo de personas que grita más fuerte en los tongos llamados asambleas de carrera, de facultad o de campus que están exentos de todo diálogo y donde la participación es casi nula, pues se enfrascan los asistentes en discusiones bizantinas que suelen comenzar a las 13.00 hrs. y terminar a 4 o 5 horas después. ¿Quién tiene tanto tiempo para perderlo en ello? Nadie. En este mismo plano podríamos colocar a los funcionarios, excepto que algunos funcionarios sí vivieron la época que puso fin al gobierno de la Unidad Popular y dio inicio al Militar, en cambio ninguno de los alumnos lo hizo, lo cual hace más incomprensible aún que se pretenda “protestar” por lo ocurrido en esta fecha hace 36 años.

Otro responsable: las autoridades. En lugar de diseñar estrategias efectivas de terminar con estos grupos al interior de las Universidades, prefieren huir, sacarle el cuerpo al problema y, sencillamente, cerrar el campus. Y es más, ¡el año pasado –o quizás el antepasado– el Decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades llegó a un acuerdo con los alumnos para que se terminen los disturbios! ¡Qué mejor prueba de que la dirigencia estudiantil tiene conocimiento o está coludida con los grupos de delincuentes que hacen desmanes!

11-foto-31En conclusión, la Universidad de Chile, y en particular la comunidad universitaria del campus Juan Gómez Millas, no está haciendo absolutamente nada por solucionar los problemas que todos los años aquejan a nuestra casa de estudios. Prefieren cerrar el campus para evitar que haya algún tipo de daño o perjuicio tanto material como humano al interior del recinto, lo cual es muy lógico, sin embargo, esto se ha vuelto una tradición y se está perpetuando una mala costumbre. Mala costumbre porque es secreto a voces que los desmanes a veces se hacen única y exclusivamente para perder clases, lo cual es falso porque esas clases se recuperan se quiera o no. Se está esperando, en definitiva, a que el Estado haga algo… como siempre.

Sumemos a esto que, al parecer, no se pretende que se haga nada al respecto, puesto que quienes deseamos terminar con este tipo de situaciones no tenemos el apoyo de NADIE. Es esperable que no nos apoyen los alumnos que quieren perder clases y los dirigentes vendidos a los partidos políticos, pero que las autoridades hagan oídos sordos ya es el colmo. Es casi una herejía decir que cerrar el campus está mal.

Sin embargo, y a pesar de la oposición o de la indolencia, siempre hay grupos de estudiantes que levantamos la voz para pelear por algo que nadie nos debe quitar y por algo que es un derecho para todos los habitantes de este país: el derecho a estudiar. Eso es precisamente lo que hace “La Chile para Todos”, pelear por lo que realmente nos importa como estudiantes: si queremos involucrarnos en los problemas del país, debemos empezar por casa, y nuestra casa tiene hartos problemas que resolver antes de lanzarse a resolver los del país completo, eso es algo que, al parecer, no han entendido la mayoría de los centros de estudiantes.

11-foto-4Para mí las soluciones al problema son claras: en primer lugar, controlar la entrada al campus; mucho se habla de que la Universidad es pública y que hay que dejar entrar a cualquiera, pues bien, eso ha traído como consecuencia que el campus esté repleto de narcotraficantes y de gente que nada tiene que ver con la vida universitaria; por lo demás la Universidad es pública por su filiación con el Estado, mas no son públicos sus bienes, son de su propiedad privada. En segundo lugar, debieran aplicarse sumarios internos a los alumnos que sean identificados en actos delictivos y debieran ser expulsados de la casa de estudios; el sólo hecho de escuchar la palabra “sumario” hace que, tanto funcionarios como alumnos, se lancen a protestar, yo sólo digo: “el que nada hace, nada teme”. Y en tercer lugar, debiera dejarse ingresar a Carabineros al interior del campus y detener a la gente implicada en actos delictuales. Todo esto sólo como parte de una acción conjunta con el Estado en pos de terminar con los desórdenes en estas fechas. Hay que dejar de ser indolentes cuando se nos ataca en nuestro hogar, nuestro trabajo, nuestros lugares de estudio, cuando se nos coarta nuestra vida cotidiana.

Chile aspira a ser un país desarrollado, sin embargo perdiendo la fuerza intelectual, la cual mueve a la patria, nunca llegaremos a ese nivel. Eso es precisamente lo que ocurre todos los años en la semana del 11 de septiembre en la Universidad de Chile: se malgastan los recursos materiales que debieran dar vida a una rica fuerza intelectual.




Nota: El autor de este artículo es estudiante de Historia, e integrante del Movimiento Gremial “La Chile Para Todos”.