¡Chi..! ¡Chi…! ¡Chi!.., ¡le…! le…! ¿Qué…?

Vicente | Sección: Nos han escrito

Ni la fonda, ni la chicha, ni tampoco la empanada son suficientes para que una verdadera celebración de Fiestas Patrias esté completa. Todos somos conscientes de que es tiempo de celebrar, el momento que todos esperan para compartir con los suyos.

Gozarse de las amistades, de un renovador encuentro familiar, de uno que otro juego criollo, y porque no decirlo, de un buen zapateado de cueca…Bueno lo de la cueca es más difícil, pero para mi consuelo, todavía es posible presenciar a uno que otro huaso campero al que le brote del corazón (a pesar de que de un momento a otro lo podamos ver interpretando el baile del koala…). Pero más allá de la visión negativa de que “todo tiempo pasado fue mejor”, me interesaría hacer una reflexión que abra espacio a un diálogo fecundo con nuestras raíces, con nuestro Chile.

Por ejemplo, ¿Qué pasó con ese amor cortés del huaso chileno por su chinita?

Créanme que lo último que quiero es culpar a los huasos, pues según mi opinión, son de los pocos que todavía conmemoran como corresponde lo que significó ese 18 de Setiembre (sí, sin la “p”) de 1810.

Por ser los exponentes más leales de nuestra chilenidad, en ellos se patentiza claramente el maltratato que día a día le damos a nuestra Madre Patria.

Todos nuestras costumbres han ido despojando al “ceache-i” de su verdadero significado, relevándolo a un grito de auxilio de una nación que reclama con justicia sus derechos sobre su pueblo…Pero mientras tanto, nos abandonamos a un reggaeton sin sentido…

¿No nos estaremos convirtiendo en huasos acaballados, o peor aún, en caballos ahuasados?

Resguardamos celosamente el grito del “Ceach-i”, la chicha y la imperdible visita a la fonda tradicional…Pero olvidamos con facilidad una característica fundamental del huaso chileno:

El freno junto con la rienda son los elementos que dispone el jinete para gobernar a “su” caballo, o contrariamente, ¿es el “caballo” que dispone de los chilenos para celebrar a rienda suelta?

Nuestras celebraciones se tornan cada vez más “refractarias a los consejos de la prudencia, cada vez más inclinadas a lo bestial y absurdo”. Hago un llamado a que reflexionemos, y que en algún momento de nuestra agenda “ocupada” sepamos escuchar la llamada de auxilio que nos hace nuestra mismísima Patria desde sus entrañas, pues todavía permanece esperanzada en Chilenos como tú y yo que la protejan, incluso de nosotros mismos.

Vicente