Alcohol y juventud

Otto Dörr | Sección: Familia, Sociedad

10-foto-1-autorHace un mes Chilevisión mostró un programa titulado “Carrete juvenil ABC1” que encontré simplemente terrorífico. Dada la trascendencia del problema denunciado, llama la atención la poca o ninguna repercusión que ha tenido este reportaje en los medios de comunicación. Fue impresionante ver a jóvenes que supuestamente constituirán la élite de las próximas décadas beber y comportarse en esa forma. Alrededor de las discotecas del sector oriente o en las playas de Cachagua, Maitencillo o Santo Domingo se los veía consumir grandes cantidades de alcohol, a los muchachos involucrarse en riñas sin sentido y en algunos casos vomitar y caerse al suelo, mientras las muchachas perdían toda compostura. De vez en cuando aparecían algunos carabineros, que poco se atrevían a hacer frente a esa masa de jóvenes soberbios y descontrolados. A todo lo anterior habría que agregar el precario y grosero lenguaje en el que se expresaban al ser interrogados y la absoluta falta de modales. Pero ése sería un tema para ser tratado en otra ocasión.

Del drama reflejado en ese reportaje y las insospechadas consecuencias que puede tener éste para el futuro del país, quisiera detenerme sólo en un punto: el peligro que encierra el aumento del consumo de alcohol en la mujer y su comienzo precoz. Las cifras del Conace demuestran un aumento sostenido del abuso de alcohol en el sexo femenino, sobre todo entre los 12 y los 18 años, rango en el que, por primera vez, han igualado a los varones. Entre los 19 y los 25 el abuso continúa aumentando en los varones, para luego descender y estabilizarse en alrededor del 20%, mientras en las mujeres se produce una disminución paulatina, hasta detenerse en un 4,5%.

10-foto-21Ahora, me preocupa el tema del consumo en la mujer por el hecho de que hay diferencias fisiológicas entre hombres y mujeres que hacen que en ellas el grado de dependencia sea mayor y las consecuencias clínicas, más severas. Los datos que entrego se basan en estadísticas del Conace, en estudios realizados en el Servicio de Estabilización de Trastornos Adictivos del Instituto Psiquiátrico “Dr. José Horwitz” (ex Hospital Psiquiátrico), en revisiones de la literatura científica y en mi experiencia personal.

1. Es sabido que las mujeres tienen una menor proporción de agua corporal que los hombres. Como el alcohol difunde uniformemente en el organismo, ante la misma cantidad ingerida se alcanzará en la mujer una concentración en la sangre mayor.

2. Distintos estudios han demostrado que la mucosa gástrica de las mujeres tiene un nivel más bajo de alcohol-deshidrogenasa, que es la enzima encargada de metabolizar esta sustancia. Sólo por este concepto las mujeres absorben un 30% más de alcohol que los hombres.

3. Frente a una ingesta similar de alcohol, la probabilidad de padecer cirrosis es en la mujer entre tres y cinco veces mayor que en el hombre.

10-foto-314. Las mujeres bebedoras tienen más probabilidades de padecer cáncer de mama que las no bebedoras. Esta relación es dosis-dependiente, vale decir, a mayor cantidad de alcohol ingerido, mayor probabilidad de adquirir el cáncer, la que puede llegar a ser un 51% más alta en las bebedoras excesivas que en las no bebedoras.

A lo anterior habría que agregar la mayor vulnerabilidad de la mujer bebedora frente a las enfermedades cardiovasculares, neurológicas y hematológicas, así como los efectos negativos del alcohol sobre la fertilidad y la sexualidad. Sin embargo, nada es tan dramático como las consecuencias que tiene el alcohol sobre el embarazo y el niño por nacer. La ingesta alcohólica está vinculada al aborto espontáneo, a la muerte del feto y al parto prematuro. El síndrome alcohólico fetal -caracterizado por malformaciones cráneo-faciales, retardo del crecimiento, desarrollo cerebral incompleto y severa limitación intelectual- se presenta en el 10% de las bebedoras moderadas y hasta en el 40% de las bebedoras excesivas.

Ante esta realidad, no cabe sino quedar perplejo frente a la permisividad tanto de los padres como de las autoridades. No entiendo que éstas no hayan puesto un límite de edad razonable a la ingesta de alcohol -como ocurre en muchos países desarrollados, donde su consumo está prohibido antes de los 21 años- ni tampoco el que se haya llevado a cabo una campaña tan costosa, sostenida y exitosa contra el cigarrillo y nada se haya hecho contra este otro flagelo que, por lo que vimos en el programa de televisión, está destruyendo lenta pero sistemáticamente a nuestra juventud.




Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio.