Contagio

P. Raúl Hasbún | Sección: Religión, Sociedad

05-foto-1-autorEs la transmisión, por contacto inmediato o mediato, de una enfermedad específica. También denota transmisión de hábitos, actitudes o simpatías como consecuencia de influencias de cualquier orden. Definiciones de las que se desprende: a) que son materia de contagio tanto las realidades de naturaleza corporal como las de índole espiritual; b) que existen contagios del bien tanto como contagios del mal; y c) que el bien y el mal, sean corporales o espirituales, pueden transmitirse por contacto, tanto directo como indirecto.

En un mundo globalizado, tan conectado, se multiplican los tipos y posibilidades de contagio. Nos inquieta el contagio de la influenza humana, al acecho en aeropuertos, estadios, colegios o balnearios. Podríamos regocijarnos con sólo pensar que esta misma red de contagios morbosos es válida para difundir contagios virtuosos. La universalidad y velocidad con que se propagan los bacilos del pesimismo, de la ansiedad timorata, de la depresión paralizante, del relativismo acomodaticio, del indiferentismo amorfo, del cinismo práctico, de la complicidad por omisión, de la odiosidad homicida, de la quejumbrosidad estéril permiten augurar y deberían estimular un igualmente rápido y global esparcimiento de energías y gérmenes de fundado optimismo, confianza asertiva, esperanza alegre y activa, anuncio y testimonio de verdades absolutas, empatía entrañable y comprometida con el dolor ajeno, irrestricto apego a la norma ética y jurídica, coraje de hablar y hacer, sin falsas resignaciones ni prematuras claudicaciones ni esclavizantes temores; destruyendo los muros del odio que mata los corazones y acallando los mudos, inútiles reproches con propuestas creativas, atractivas y unificadoras de quienes prefieren construir que sólo criticar.

06-foto-2-el-pecado-es-unEl pecado es un ejemplo de cómo el mal se contagia. Adán y Eva nos transmitieron una naturaleza humana despojada de atributos naturales, sobrenaturales y preternaturales inherentes al estado de gracia con que fueron creados. Y cada pecado que cometemos contagia al resto de la humanidad, empobreciéndola, rebajándola, debilitándola. Felizmente la red de solidaridad en el contagio morboso opera también en el sentido virtuoso. Cada acto de justicia, de verdad y de amor que realizamos enriquece y eleva a la entera familia humana. El mundo es mejor cuando uno de nosotros es y actúa mejor. Contagiar el mal se llama escándalo, y ese contagio está penado en el quinto mandamiento como un pecado contra la vida y contra la conciencia del hermano. Contagiar el bien se llama testimonio, y ese contagio está exigido por Cristo a quienes son sus apóstoles. El bien no es para guardarlo celosamente, sino para contagiarlo universalmente. Cristo reprueba al que entierra su talento por temor al contagio. El bien, el amor son como el fuego: nunca dicen “¡basta!”